jueves, 19 de febrero de 2009

El título que renovó un género

Fue la primera película de este género que ganó el Oscar a la mejor película (y hasta ahora también la última). Fue del mismo modo, junto con "Alguien voló sobre el nido del cuco" y "Sucedió una noche", el único título que se alzó con los cinco premios más importantes de la ceremonia (película, director, actor, actriz y guión) y fue, ante todo, la cinta que renovó todo un género, que creó una escuela y que dió un significado nuevo al término "thriller psicológico".

Cuando estudiaba cine (hace ya unos cuantos años) me hablaron de la importancia del "sugerir más que mostrar". Me enseñaron que la psique humana tendía a ir siempre más allá de lo que sus ojos le mostraban, por lo que si algo no se enseñaba pero en cambio sí se sugería, los efectos que se conseguían en el espectador podían ser sobrecogedores. "El silencio de los corderos" llevó esta regla a su máxima expresión. Éste es un título en el que realmente se muestran pocas cosas, pero se sugieren muchísimas. La angustia que nos produce la cinta no se debe tanto a lo que vemos como a lo que sí podemos imaginar.

Soberbia su parte final, con aquella lineas temporales paralelas tan poco habituales en la época; sobrecogedor y angustioso el encuentro final de Clarice Starling con Buffalo Bill, entre terrorífica oscuridad y gafas de visión nocturna y extrañamente bellas y poéticas las secuencias que compartieron Jodie Foster y Anthony Hopkins a través de rejas y cristales. Todo en ejercicio de maestría por parte del director (Jonathan Demme) y un título que marcaría para siempre la carrera de sus dos protagonistas.

Una película que marcó la historia de un género y, por extensión, la de todo el cine.

Místico

2 comentarios:

  1. Me alegro que comentes de vez en cuando obras cumbres de distintos géneros. En esta has acertado, un título sobrecogedor, muy entrenedido y de enorme fuerza visual. Aunque insistas en lo que no muestra, tengo grabadas en la mente dos escenas, la del asesino vestido con las pieles humanas que va coleccionando y cosiendo, y la del policía asesinado colgado de la celda como un cristo crucificado. La película excelente, repito, pero el libro es soberbio. Recomiendo su lectura encarecidamente, a mi me ha hecho terminar adorando al señor Lecter, y no os quedeis sólo con este, leed el resto y disfrutad de un paseo por Florencia de la mano de Anibal.

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  2. Es posible que tengamos marcadas a fuego muchas imágenes de esta película, por ejemplo aquellas que acabas de nombrar, pero si analizamos la cinta de un modo eshaustivo, nos daremos cuenta que sólo nos están mostrando una pequeña parte de lo que nos podían haber enseñado. Incluso en las secuencias de las que hablas sólo nos muestran los efectos de la acción (algo parecido a lo que hizo David Fincher en "Seven"), pero no lo que sucedió durante el proceso. Otro buen ejemplo lo encontramos en Hannibal. El Lecter de "El silencio de los corderos" da miedo simplemente por estar tras ese cristal, por dejarnos claro con aquello que se trata de una persona peligrosísima, un auténtico mounstruo, sin necesidad de que haga nada para demostrarlo (al menos durante gran parte de la película). En su secuela, en cambio, Hannibal hace muchas más cosas pero no da ni la mitad del miedo que da aquí.

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