jueves, 30 de abril de 2009

Interpretativamente impecable

La importancia que en un metraje tiene la correcta elección de sus actores protagonistas se antoja absolutamente esencial en cualquier tipo de cinta. Cuando, para más añadidura, la misma es el resultado de adaptar al cine una obra de teatro (como es éste el caso) entonces lo es si cabe aún mucho más. Afortunadamente para Elia Kazan aquí hablábamos de dos intérpretes tocados con la varita mágica de un talento desmedido y gracias a ello la cinta pasó a convertirse en la obra maestra que hoy día es.

"Un tranvía llamado Deseo" es una contienda psicológica entre Marlon Brando y Vivien Leigh, una lucha de titanes totalmente antagónicos en su manera de entender la realidad que les ha tocado vivir. Un cinta de tensos diálogos, de miradas que retan, de frustraciones disfrazadas de aquello que nos hubiese gustado ser, de corazas, de atracción sexual, de violencia, de pérdida de la razón, pero sobre todo de mucho mucho dolor... Un dolor que quedaba reflejado en la frase final que Vivien Leigh le dedicaba al médico que la acompañaba en su ingreso al hospital, la cual resumía perfectamente el sentimiento y la esencia de un personaje completamente roto: "Siempre he dependido de la bondad de los extraños".

La obra de Elia Kazan ganó cuatro Oscar: A la mejor dirección artística y a tres de sus actores. Irónicamente fue Marlon Brando el único que no resultó premiado. Y digo irónicamente porque hoy, 60 años después, aquella imagen del actor de Nebraska vestido con aquella sucia camiseta es casi sinónimo de "cine". Lástima que aquel año a la Academia le tocase hacer justicia con Humphrey Bogart...

Místico

miércoles, 29 de abril de 2009

La apuesta más poética de Alejandro Amenábar

De espectacular se podría clasificar el giro que experimentó la carrera del director Alejandro Amenábar con este título del año 2004. Asociado al género fantástico y de suspense (no hay que olvidar que uno de sus grandes referentes fue siempre Alfred Hitchcock), Alejandro emprendía con este metraje una incursión en un género desconocido hasta la fecha por él: el género dramático. Para ello no sólo volvía a contar con Mateo Gil en labores de ayudante de guión, sino que fichaba a uno de los grandes de nuestro cine (Javier Bardem) y le confiaba al mismo la mayor parte del peso de la cinta.

El actor mostraba con este título gran parte de su consabido talento interpretando de un modo absolutamente convincente un personaje de extremísima dureza, una dificultad que no sólo era fruto de la situación que el mismo vivía, sino especialmente porque se trataba de un personaje real al que se debían rendir los máximos respetos. Bardem aprobó el reto con nota, como casi la totalidad de un reparto que en la noche de los Goya coparon la totalidad de los premios interpretativos. Quizá falló su partenaire, una "simplemente correcta" Belén Rueda redescubierta para el cine y que encarnaba aquí a otro de los personajes más complejos del metraje (fruto de la unión de varios personajes reales).

Una cinta multipremiada, ganadora del Oscar de Hollywood, que batió records en los premios Goya (catorce). Soberbia como no podía ser de otro modo la realización, más teniendo en cuenta lo delicado y polémico del tema que aquí se trataba; poético a rabiar aquel viaje que el alma y la mente de Bardem iniciaban en una ventana y finalizaban en aquella romántica playa; bellísima la banda sonora de melodías gallegas compuesta por el propio Amenábar y más bellos si caben aquellos versos con los que finalizaba la cinta sabiamente extraídos de las "Cartas desde el infierno" de Ramón Sampedro. Sin duda el mejor punto y final para un post como éste:

"Mar adentro,
mar adentro.



Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.


Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.


El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.


Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
'más adentro', 'más adentro'
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.


Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos."


Ramon Sampedro


Místico

martes, 28 de abril de 2009

"Anoche soñé que volvía a Manderley"

Pocas veces un personaje ha tenido tanto peso en una película sin tan siquiera aparecer en ella. En 1940 Alfred Hitchcock presentaba al mundo "Rebeca", una inquietante cinta (la primera de la larga lista que rodaría en tierras americanas) que marcaría un importante punto de inflexión en la mítica carrera del director ingles. "Rebeca" llevaba el sello del director británico hasta en el último de sus fotogramas, una historia de intriga y suspense que nos presentaba a una mujer (Joan Fontaine) que tenía que vivir en una mansión bajo el peso de un solo nombre: Rebeca, la primera esposa del hombre con el que acaba de contraer matrimonio. Un peso que se magnificaba más si cabe a través de dos elementos clave en su tremenda angustia: aquella fantasmal mansión conocida bajo el nombre de "Manderley" y un personaje absolutamente inquietante: la oscura ama de llaves encarnada por Judith Anderson.

La presión que el personaje de Rebeca ejercía en la protagonista se hacía aún más clara si tenemos en cuenta que, ni en esta película ni en el libro en el que se basaba, se pronunciaba en ningún momento el nombre de la misma. Un peso similar al que la película tendría en nuestro país. Prueba de ello fue, por ejemplo, que el nombre "Rebeca" pasó a utilizarse para denominar al tipo de chaqueta que la protagonista lucía a lo largo del metraje.

Un película ganadora de dos Oscar (mejor película incuída) que, pese a su final sorprendente, considero perdía cierta fuerza según avanzaba en su metraje. Aún así, y aunque sólo sea por su buen arranque, "Rebeca" es ya todo un clásico merecedor de todos los honores.

Marcho a comprar a Levis-Store. Buena tarde a todos.

Místico

lunes, 27 de abril de 2009

Cuando el amor se convierte en pesadilla

Cuando se cuenta una historia en la que el maltrato de género se convierte en la clave argumental de la misma, ésta se puede plantear de varias formas distintas. Quizá la más compleja de todas, la más polémica y atrevida (pero posiblemente la más acertada) sea la que Icíar Bollaín utilizó, allá por el año 2003, en "Te doy mis ojos". Una cinta que iba más allá de los actos en sí, que profundizaba en la psique de cada uno de los personajes y que, lejos de buscar culpables, indagaba en las causas que existían tras una conducta tan absolutamente desgarradora. Aquí no había "buenos" ni "malos", aquí se entendía que en situaciones como ésta tanto maltratado como maltratador son auténticas víctimas de una dependencia mutua absolutamente destructiva.

Un título que no sólo se centraba en sus protagonistas, sino que investigaba el papel que desempeñaban todos aquellos que rodeaban a la trágica pareja. En palabras de su propia directora: "Te doy mis ojos" habla también de una madre que consiente, una hermana que no entiende, un hijo que mira y calla, unas amigas, una sociedad y una ciudad como Toledo que añade, con su esplendor artísitico y su peso histórico y religioso, una dimensión más a esta historia de amor, miedo y poder.

Todo un ejercicio de maestría argumental que no pasó indiferente a los miembros de la Academía (ganadora de siete premios Goya, incluyendo mejor película). Una Laia Marull y un Luis Tosar absolutamente convincentes en una obra que huía del dramatismo fácil y que demostraba que el talento de su directora no se limitaba a terrenos puramente interpretativos.

Místico

viernes, 24 de abril de 2009

Una extraña "conducta infantil"

Sólo en contadas ocasiones un actor es nominado a un Oscar por una película como ésta. Cuando en 1988 Tom Hanks, rompiendo cualquier estadística, conseguía que la academia valorase el trabajo que llevaba a cabo en "Big" (un título que a priori poco o nada tenía que hacer en una ceremonia tan enfocada a otro tipo de metrajes) muchos quisimos apostar por el triunfo en la gala del actor californiano. Y se consiguió la nominación (que no el Oscar) porque "Big" era algo más que una comedia simplona. Un tierna y emotiva historia mágica donde sueños infantiles y realidades adultas se entremezclaban dando lugar a un explosivo cóctel de situaciones ciertamente divertidas. Un Hanks que parecía haber nacido para papeles como éste (faltaba aún algunos años para el espectacular giro que daría su carrera) y algunos momentos inolvidables (simplemente fantástico el baile sobre el piano) que formaron un bello conjunto imborrable con el paso del tiempo.

Curiosa también resultaba la historia de "amor" vivida entre el personaje de Hanks y el que interpretara en esta película Elizabeth Perkins. Y es que historias de "amores imposibles" en el cine ha habido muchas, pero tanto como ésta, desde luego que muy pocas.

Místico

jueves, 23 de abril de 2009

Algo más que una película polémica

Que esta película resultó polémica está claro. Que hoy, casi 20 años después de su estreno, sigue suscitando cierto interés morboso, también. Fueron muchos los factores que influyeron en el éxito de "Instinto Básico". El hecho, por ejemplo, de que ciertos sectores de la población se sintiesen ofendidos con el tratamiento de la película (fue el caso de las protestas de asociaciones de lesbianas por la forma en la que estaba construido el personaje de Sharon Stone) no hizo más que impulsar el interés de la cinta en todo el planeta. Sexo y violencia a partes iguales bajo un clima de intriga detectivesca que tuvo que ser cortado hasta cuarenta veces por parte de su director (Paul Verhoeven) para no obtener en Estados Unidos la calificación de película pornográfica.

Sharon Stone encontró en "Instinto Básico" el trampolín perfecto para alzarse como icono erótico de la década de los 90, tras unos comienzos bastante mediocres (¿Es necesario hablar de "Sangre y Arena"?) y Michael Douglas demostraba que a sus 48 añós aún podía encarnar un personaje de alta carga sexual y seguir resultando convincente (su famosa adición también le tuvo que ayudar a ello).

Un excelente clima de intriga el que se conseguía a lo largo de toda la cinta y un personaje (el de la novelista Catherine Tramell) tan misteriosamente frío (inspirado hasta en su vestuario en la Kim Novak de "Vértigo") que supo ganarse su hueco en la historia.

La famosa escena del interrogatorio (con cruce de piernas incluido) ha sido explotado ya hasta la saciedad, del mismo modo que su final abierto levanta aún hoy debates entre los cinéfilos más inquietos. Y es que lo que está claro es que "Instinto básico", sin llegar a ser una obra maestra, fue algo más que una película polémica.

Místico

miércoles, 22 de abril de 2009

Un bello retorno a la infancia

Pocas veces un cuento de hadas ha sido llevado al cine con tanto acierto como cuando en 1987 Rob Reiner adaptó este libro de William Goldman. Y lo hizo además dándole un toque cómico y desenfadado que no violaba en ningún momento las pautas que toda buena historia de príncipes y princesas debía respetar. Aquí los malos son muy malos, los buenos muy buenos y los acontecimientos se desarrollan tal y como tienen que desarrollarse.

Los personajes tan absolutamente estereotipados que encontramos en la cinta podrían resultar molestos en cualquier otro tipo de narración, pero aquí no hacen más que engrandecer una historia de aventuras que nos engancha desde el primer momento. Y no lo son porque "La princesa prometida" es equiparable al cuento que nos narraban cuando éramos niños, a esa bella historia de amor y aventuras que nos hacía soñar, tan previsible como aquel cuento que nos leían varias veces, pero que no por ello nos dejaba de gustar (a la vista estaba la reacción del joven Fred Savage cuando su abuelo amagaba abandonar su lectura).

Una bella historia de aventuras que supuso la presentación para la gran pantalla de una jovencísima Robin Wright, la cual hasta la fecha tan sólo era conocida por interpretar a uno de los personajes principales de la mítica serie "Santa Bárbara". Toda una apuesta la que Wright hizo con este título por lo qué veinte años después aún sigue siendo recordada.

Místico

martes, 21 de abril de 2009

El post número 100

Tras cinco meses de vida "Plano medio" está de celebración. Y es que el de hoy es el post número 100 del que ya se ha alzado como el más personal de cuantos blogs ha elaborado alguna vez este cinéfilo místico. Cien posts que han servido para repasar los que posiblemente sean los títulos y actores más significativos de cuantos pudieron acompañarme en esta vida, desde aquel dorado cine clásico a los estrenos más recientes (algunos cuya antiguedad apenas alcanzaba los dos años). Una lectura absolutamente personal de cada una de esas películas que marcaron una trayectoria irremediablemente ligada al cine.

Desde aquí agradecer la fidelidad mostrada por algunos de los lectores pero, especialmente, dar las gracias a cada una de esas cintas que, al menos durante unos minutos, pudimos juntos repasar, valorar y, yo especialmente, amar como a pocas cosas en la vida.

Místico

lunes, 20 de abril de 2009

Cuando un buen actor salva toda una película

Su guión parecía sacado de un film para la televisión, para uno de esos pases de sobremesa "basados en hechos reales" que tanto gustaban (y en el fondo siguen gustando) a una parte de nuestra población. Nunca he comulgado con este tipo de cine pero "A propósito de Henry" supo dejarme buen sabor de boca tras su primer visionado en 1991. También es de recibo reconocer que por aquel entonces contaba con quince años y que mi capacidad de sorpresa era, lógicamente, bastante mayor. Y es que creo que hoy día una valoración de la cinta me haría indicar que son muchos los aspectos de la misma tan blandos, "pastelones" y absolutamente previsibles que ensuciarían en gran medida la más importante de todas sus bazas: la magistral interpretación de un Harrison Ford tremendamente creíble en un personaje desde luego nada sencillo, un abogado que mostraba dos caras tan absolutamente extremas que implicaba encarnar a dos personajes distintos.

Quizá sea por esta interpretación por la que destaco hoy esta cinta. Y es que a diferencia de otros títulos tratados aquí, la trama de "A propósito de Henry" resultaba entretenida, pero poco más... Considero que las excesivas lecciones morales que intentaba darnos la misma sobrarían en gran medida (aquello de "quién esté libre de culpa que tire la primera piedra"), así como que existían un gran número de secuencias que se alargaban de forma innecesaria (por no decir que sobraban en muchos de los casos), las cuales ralentizaban el ritmo de una cinta ya de por sí lenta. Diferentes motivos por los que la valoración de "A proposito de Henry" no puede ser todo lo positiva que merecería, más teniendo en cuenta que pocas veces como aquí se vio a un Harrison Ford tan acertado.

Místico

viernes, 17 de abril de 2009

La trilogía más importante del nuevo siglo


¿Qué se puede decir de esta trilogía que no se haya dicho ya? ¿Qué aspectos técnicos se pueden destacar de estas películas cuando sólo la tercera de ellas ya ganó once Oscar? Quizá la materia prima con la que contaba Peter Jackson era una de las más valiosas de cuantas podían ser llevadas al cine, pues los libros de J. R. R. Tolkien ya eran toda una referencia en cuanto a narraciones épicas se refería, pero es de recibo reconocer que la magistral labor de dirección llevada a cabo por Jakson a lo largo de más de un año en tierras neozelandesas fue de aquellas que encumbraban merecidamente a cualquier director.

Dicho en pocas palabras, la trilogía de "El señor de los anillos" se alzaba como un elaborado mosaico compuesto por los efectos especiales más asombrosos, las caracterizaciones más logradas y la recreación de unos mundos fantásticos tan increíbles que sólo en las cabezas de Tolkien y Jackson podían ser plasmados de aquellla manera.

Tres cintas que no sólo sirvieron para popularizar el nombre de su director. Y es que actores como Vigo Mortensen, Elijah Wood o especialmente Orlando Bloom aún deben estar dando gracias a este proyecto pues, pese a mantener durante algún tiempo el peligroso encasillamiento, se valieron de la popularidad de esta saga para dar un tremendo impulso a toda su carrera.

Tres absolutas obras maestras que marcaron en grandísima medida el cine del nuevo siglo, pues significaron el lanzamiento posterior de un buen número de títulos épicos que se hicieron muy populares a partir de entonces.

Místico

jueves, 16 de abril de 2009

Amor en tiempos "extraños"

Historias de amor en el mundo del cine han existido muchas y algunas de ellas realmente emotivas. Sin embargo cuando los protagonistas de estas historias son dos personajes de edad avanzada, tan lejos ya de aquellas primeras pasiones de la olvidada juventud, entonces la historia se vuelve mucho más emotiva, tierna y bella de lo que en principio podríamos prever.

"La reina de África" nos presentaba a un cincuentón Humphrey Bogart y a una Katharine Hepburn pasados los 40 cuya extraña relación a bordo de aquella mítica embarcación se acababa convirtiendo en una de las historias de amor más bellas que hayamos visto jamás en la gran pantalla. El nacimiento de viejas pasiones en plena Primera Guerra Mundial a bordo de un destartalado barco que, cual David, osaba enfrentarse a aquella cañonera alemana que podría llevar escrito el nombre de Golliat. Un mismo objetivo común para dos personajes que no podían ser más diferentes: Un capitán con bastante afición a la bebida y una estirada misionera poco acostumbrada a los hábitos de su compañero.

La cinta supuso el único Oscar en la carrera de Humphrey Bogart. Al menos esta película sirvió para encumbrarlo tal y como merecía...

Místico

miércoles, 15 de abril de 2009

Un ejercicio de concienciación social

Creo firmemente que existen películas que llegaron al público en un momento totalmente acertado, en el momento en el que era necesario hacerlo, bien para concienciar a la opinión pública de algunos temas importantes, bien para eliminar algunos fantasmas que tristemente aún convivían entre nosotros.

Cuando en 1993 Jonathan Demme nos presentaba a un "desconocido" Tom Hanks en una cinta llamada "Philadelphia", muchos eran los fantasmas que en torno al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida se alojaban aún en nuestro subconsciente colectivo. El SIDA era (pese al enorme número de campañas de concienciación) una enfermedad maldita, una lacra social que obligaba a los que la padecían a permanecer aislados del resto de la sociedad, una marginación que en nada ayudaba a su correcto tratamiento. Los miedos infundados al posible contagio eran tales que SIDA era casi sinónimo de peste. 16 años después, las cosas afortunadamente han cambiado. Está claro que el mérito no es sólo de esta película, pero es de recibo reconocer que "Philadelphia" supo poner una de las primeras piedras en la construcción de ese edificio de tolerancia con la enfermedad de la que hoy debemos sentirnos orgullosos.

Quizá este hecho fuese el que conviertiese a "Philadelphia" en la referencia que para el cine hoy día es, pero también supuso el punto de inflexión en la carrera de un actor llamado Tom Hanks que hasta aquel momento había estado ligado a títulos de comedia. Con "Philadelphia" Hanks emprendía una nueva etapa profesional en la que demostraba también su valía para el género dramático, una apuesta que no sólo le valía el Oscar aquel año, sino también el poder repetirlo en el siguiente (hecho que sólo Spencer Tracy había logrado 50 años antes).

"Philadelphia" también supuso la confirmación de lo que Antonio Banderas estaba logrando en tierras americanas, encarnando a un personaje (pareja de Hanks) que el actor malagueño lamentó fue recortado en gran medida ya en la sala de montaje (escenas de sexo incluidas).

¿Y qué puedo decir de la famosa canción de Bruce Springsteen que acompañó para siempre a esta cinta? Pues que más de tres lustros después me reencontré con ella "paseando" por la Fnac y volvió a ponerme los pelos de punta. ¡Gracias, Bruce!

Místico

martes, 14 de abril de 2009

¿Hasta cuándo podrás resistir?

"A la deriva" es una película que despierta en mí sentimientos enfrentados. Un análisis exhaustivo de la misma me haría descartarla como merecedora de figurar en "Plano Medio", pues son ciertamente muchos los aspectos que considero de una mediocridad tal que apenas merecen el esfuerzo de su análisis. Sin embargo siempre he valorado cualquier apuesta arriesgada y valiente, cualquier cinta que, en una etapa marcada por la falta de originalidad en cada una de las producciones, nos ofreciese algo simplemente diferente. Y es de recibo reconocer que "A la deriva" nos ofrecía mucho de todo esto.

Injustamente tachada como la secuela de "Open Water" (su película madre) y, al igual que su predecesora, inspirada en una historia real (¡Hay que ver la de cosas raras que suceden en este mundo!), "A la deriva" se presentaba en el año 2006 como una película de drama-suspense que prometía regalarnos altas dosis de angustia. La historia que nos presentaba era bastante sencilla: Un grupo de amigos a bordo de un yate optaban por darse un relajante baño en el mar. Llegado el momento de regresar al barco no tardaban en comprender que resultaba imposible hacerlo, pues habían olvidado bajar antes la escalerilla que debería subirles a dicha embarcación.

Una sola y atípica localización (las aguas del océano) y seis únicos personajes para el 90 % de una película que terminaba por convertirnos en un bañista más. Posicionando la cámara a la altura de los ojos de los protagonistas, la sensación de estar en el agua con los mismos resultaba tan angustiosa que sólo por esta razón ya merecía su visionado.

Su posterior desarrollo hacía aguas (y nunca mejor dicho) por todos lados, pero la propuesta en sí resultaba tan interesante, original e innovadora (se entiende que junto con "Open Water") que no dudé en recomendar esta película a más de un amigo. Las opiniones que obtuve de ellos no pudieron ser más distintas. Esto último no me sorprendió nada.

Místico

lunes, 13 de abril de 2009

Terroríficamente realista

En el terreno del cine más realista, pocas cintas he encontrado a lo largo del camino tan sobrecogedoras como ésta. Una propuesta de Jaume Balagueró y Paco Plaza que se nos presentaba en el año 2007 y que nos dejaba a miles de espectadores clavados en la butaca y absolutamente aterrorizados. Los primeros fueron sin duda los más famosos de todos ellos, pues la cinta se presentaba en el festival de Sitges ante un público de cuyas reacciones se valdrían sus responsables para, a modo de teaser, promocionar la película.

En la línea de un reportaje de calle, Manuela Velasco se metía en el papel de una inquieta periodista cuya tranquila noche como acompañante de un colectivo de bomberos daba un giro inesperado a raiz de una llamada de teléfono. Lo que prometía ser una noche desidiosa y aburrida se terminaba convirtiendo tras este punto de inflexión en una de las peores pesadillas concebibles por cualquier ser humano. Un ritmo in crescendo que alcanzaba un climax ciertamente asfixiante en un metraje con exceso de realismo que, pese a poseer alguna que otra fisura argumental, no rompía para nada el interés de lo que en la misma se iba narrando.

En 1999 un título conocido como "El Proyecto de la Bruja de Blair" ya había intentado plasmarnos este nivel de realismo pero, lamentablemente en este caso, la valiente propuesta americana había quedado mermada a un mero ejercicio promocional gracias a su excelente campaña de marketing. En el año 2007 [REC] había dado ya unos cuantos pasos al frente...

Quizá lo más interesante de la trama fuese la justificación que se daba en todo momento a que, pese a lo extremo de lo que allí se narraba, la cámara continuase su filmación. Y es que en una situación en la que lo lógico sería desprenderse de cualquier lastre, aquí quedaba plenamente justificado que hasta el último momento se mantuviese pulsado aquel terrorífico botón de [REC].

El éxito de esta cinta no tardaría en llegar, convirtiéndose en aquel 2007 en la segunda película española más taquillera de todo el año, sólo detrás de la ópera prima de Juan Antonio Bayona: "El Orfanato". Un éxito que llegaría apenas un año antes de que "Quarantine", el remake americano, presentara la historia a espectadores anglosajones.

Este 2009 parece ser el año de [REC]2, la secuela de un título que dejó algún que otro cabo suelto en la primera de sus entregas. ¿Nos asustaremos del mismo modo con su segunda parte? A riesgo de que suene masoquista: ¡Ojalá que sí!

Místico

miércoles, 8 de abril de 2009

La más bella historia de amistad

Existen películas que marcaron a toda una generación. "E.T el extraterrestre" fue sin duda una de ellas. Estrenada en 1982 y tras el gran éxito que había supuesto años atrás su "Tiburón", Steven Spielberg se encumbraba a lo más alto del panorama cinematográfico con esta bella historia de amistad entre un niño humano y un ser procedente de una galaxia muy lejana.

Un título que nos enseñaba que la amistad (como el amor) no entendía de formas, que cuando el sentimiento se concebía en estado puro poco o nada importaba la procedencia de cada uno. Aparentemente nada podía ser más diferente entre Elliott y E.T., pero al mismo tiempo nadie parecía comprender mejor a aquel ser de otro planeta que el joven que interpretara Henry Thomas, al igual que el mismo parecía no encontrar en ningún humano la complicidad que alcanzaría con aquel ser de otra galaxia. Una cinta entrañable como pocas, como entrañable resultaba una jovencísima Drew Barrymore que jamás conseguió desprenderse del personaje de "niña buena" que en esta película interpretara (¡Y mira que hizo méritos para ello!).

"E.T. el extraterrestre" fue una apuesta arriesgada para Steven Spielberg. Teniendo en cuenta la proximidad en el tiempo de títulos tan exitosos como "La guerra de las galaxias" o "Alien", Universal presentaba ciertas reticencias con respecto a este titulo, pues mostrar en esta ocasión a un ser de otro planeta inofensivo y bondadoso podía no llegar del mismo modo a los espectadores de todo el mundo. Casi 30 años después de su estreno, "E.T. el extraterrestre" aún figura en la lista de películas más taquilleras de toda la historia del cine.

Bellísima banda sonora la que John Williams compuso para esta película y bellísimas algunas de las imágenes que este título de Spielberg supo dejarnos para la historia.

Comienza la Semana Santa. Una mesa en La Vaca Argentina me espera. Nos vemos a la vuelta.

Místico

martes, 7 de abril de 2009

Sólo el tiempo puede curar algunas heridas

"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo..."

(William Wordsworth)


Jamás un poema resumió de un modo tan acertado la esencia de una película... o, dicho de un modo más correcto, nunca una película materializó de un modo tan soberbio lo que nos intentó transmitir un solo poema.

"Esplendor en la hierba" nos enseñaba a madurar, nos enseñaba a entender que la pasión de la juventud resultaba tan efímera como los pétalos de cualquier flor, que el paso del tiempo era capaz de curar aquello que considerábamos incurable y que la felicidad de cada uno dependía en gran medida de las decisiones tomadas en primera persona, sin influencias externas que estuviesen basadas en intereses ajenos a nosotros mismos.

Natalie Wood nos regalaba un personaje algo sobreactuado pero que recogía a la perfección la esencia de aquello que nos quería mostrar: la pasión de una joven que vivía su amor como lo único importante en su vida. Un joven y torturado Warren Beatty dejaba clara la dureza de aquellos conflictos internos que tanto daño tuvieron que hacerle y un contexto social previo a la Gran Depresión nos hacía agradecer a todos y cada uno de nosotros el haber nacido en la época histórica en la que lo hicimos.

Una absoluta obra maestra del director Elia Kazan.

Místico

lunes, 6 de abril de 2009

Algo más que una cinta apocalíptica

Catorce años después de su estreno, uno piensa en "Doce monos" como la película que supuso el reencuentro con un viejo género. Un título que demostraba que cuando las cosas se hacían bien incluso los "poco amantes de la ciencia ficción" podíamos admirar la labor llevada a cabo por su director, en este caso Terry Gilliam. Una historia compleja, donde los saltos en el tiempo, linealidades temporales y realidades alternativas dificultaban en gran medida el correcto seguimiento de la misma, pero que conformaban un entramado de tal complejidad que despertaba el interés por construir una historia que sólo en sus secuencias finales disponía de sentido completo.

Su protagonista, Bruce Willis, quedaba eclipsado por un "joven" secundario llamado Brad Pitt (por primera vez nominado al Oscar por este papel), que utilizaba este título como confirmación de un talento que ya habíamos visto meses antes en una película para la historia: aquella de David Fincher que giraba en torno a los siete pecados capitales y que marcaría para siempre toda su carrera.

Muchas cosas podría añadir a este título, pero me limitaré a subrayar que "Doce monos" fue una apuesta acertada, cuya interesante trama y sorprendente final salvaron en gran medida un planteamiento inicial de lo más explotado: el de una Tierra asolada en el futuro por un apocalíptico virus mortal.

Místico

viernes, 3 de abril de 2009

Despertando viejos miedos

¿Hasta qué punto una película puede influir en el subconsciente colectivo? Jamás ninguna cinta nos mostró con tanta claridad el poder que el cine tenía en este campo como cuando "Tiburón" (el título que lanzaría definitivamente a la fama a su joven director Steven Spielberg) se estrenó allá por el año 1975. Y es que la afluencia a las playas americanas descendió desorbitadamente tras el estreno de esta cinta, cinta que se convertiría aquel año en la más taquillera de toda la historia del cine. Un absoluto pánico irracional a los tiburones se despertaría a raiz de la misma y una psicosis colectiva de la que a día de hoy (más de 30 años después) aún quedan algunas secuelas.

Reconozco que en más de una ocasión me ha venido a la cabeza este título, más aún en los momentos en los que, cuando la noche impedía ver la línea azul del horizonte, opté por darme algún baño en la playa. Y es que la secuencia inicial de este título es de las que se te quedan grabadas en el recuerdo durante mucho pero que mucho tiempo...

Una revisión de la cinta en el momento presente dejaría al descubierto cierta precariedad en cuanto a sus efectos especiales, una precariedad que sólo sería patente si los comparamos con los que conocemos hoy día, pues si tenemos en cuenta que hablamos de un metraje de la década de los 70, podrían incluso considerarse adelantados a su tiempo.

¿Y qué decir de aquella banda sonora creada por John Williams? El compositor incondicional de Spielberg no daba lugar a dudas: fue y sigue siendo el más importante de los compositores de toda la historia del cine.

Místico

jueves, 2 de abril de 2009

El "chico bueno" del Hollywood dorado

Es difícil imaginar el Hollywood clásico sin recrear en algún momento su rostro. El cine de los 40 y 50 no hubiese sido tan dorado si él no hubiese irrumpido en aquellos años. Míticas películas irán ya para siempre unidas a su nombre, a uno de los nombres de mayor peso en la historia del cine americano: James Stewart.

"¡Qué bello es vivir!", "La ventana indiscreta", "Vértigo", "Historias de Filadelfia"... son tantos sus grandes títulos que con razón uno entiende que la American Film Istitute le nombrase en su momento el tercer mejor actor de todos los tiempos, tras Humphrey Bogart y Cary Grant.

Lo más curioso de Stewart es que poco o nada tenía que ver con el resto de galanes de su época. De aspecto tímido e introvertido, no especialmente guapo ni elegante, las diferencias con Gary Cooper, Cary Grant, Gregory Peck y demás eran más que significativas. Analizando la trayectoria del actor, uno entiende que tampoco le hacía demasiada falta paracerse a ninguno de ellos. Y no se la hacía porque Stewart jugaba con cartas de otra baraja. Su gran versatilidad, acompañada siempre de esa cara de "niño bueno" que le perseguiría hasta el final de sus días, hicieron del actor de Indiana un imprescindible para directores de la talla de Alfred Hitchcock, Billy Wilder, Frank Capra o John Ford.

Pero lo que quizá más llame la atención de toda su biografía es que James Stewart participase en la Segunda Guerra Mundial como piloto de bombardero para, cuatro años después, ostentar el rango de General de Brigada. Este rápido ascenso se debió, entre otros motivos, a sus "altas dotes de mando". Sin duda una faceta curiosa que a uno le despierta alguna que otra pregunta: ¿Cual de los papeles que Stewart interpretó a lo largo de su carrera fue el más brillante de todos?... ¿El del confuso protagonista de "Vértigo"? ¿El de desesperado padre de familia en "¡Qué bello es vivir!"?... ¿O quizá el que consiguió vendernos a todos a lo largo de sus más de 50 años de carrera?

Místico

miércoles, 1 de abril de 2009

Cuando las máquinas lloran

¿Podrían algún día las máquinas llegar a sentir? ¿Podrían tener la capacidad de emocionarse, sufrir, amar, querer e incluso sentir celos? Esta preguntas se erigían en el año 2001 como estandarte principal de "Inteligencia artificial", un título concebido originalmente por Stanley Kubrick pero dirigido finalmente por Steven Spielberg dado el fallecimiento del primero.

"Inteligencia artificial", la adaptación de la novela "Los superjuguetes duran todo el verano", aprovechaba el tirón de la reciente "El sexto sentido" y daba un nuevo impulso comercial a la carrera de su jovencísimo protagonista: Haley Joel Osment. Un joven Jude Law, cuya carrera también estaba ahora comenzando a despegar, acompañaba en esta aventura pinochesca al joven actor protagonista, el cual volvía a demostrarnos, dos años después de la película de Shyamalan, el grandísimo valor que prometía dentro del cine del nuevo siglo.

Y es que "Inteligencia Artificial" fue sin duda una apuesta acertada, que entretenía y emocionaba a partes iguales, cuyos brillantísimos efectos especiales e inmejorable ritmo nos hacía viajar por mundos futuristas, similares a los que habíamos imaginado cuando éramos niños. Un Pinocho futurista que supo dejarnos un personaje para el recuerdo: Teddy, aquel oso de peluche robotizado que representó uno de los grandes aciertos de todo el film.

Místico