martes, 7 de abril de 2009

Sólo el tiempo puede curar algunas heridas

"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo..."

(William Wordsworth)


Jamás un poema resumió de un modo tan acertado la esencia de una película... o, dicho de un modo más correcto, nunca una película materializó de un modo tan soberbio lo que nos intentó transmitir un solo poema.

"Esplendor en la hierba" nos enseñaba a madurar, nos enseñaba a entender que la pasión de la juventud resultaba tan efímera como los pétalos de cualquier flor, que el paso del tiempo era capaz de curar aquello que considerábamos incurable y que la felicidad de cada uno dependía en gran medida de las decisiones tomadas en primera persona, sin influencias externas que estuviesen basadas en intereses ajenos a nosotros mismos.

Natalie Wood nos regalaba un personaje algo sobreactuado pero que recogía a la perfección la esencia de aquello que nos quería mostrar: la pasión de una joven que vivía su amor como lo único importante en su vida. Un joven y torturado Warren Beatty dejaba clara la dureza de aquellos conflictos internos que tanto daño tuvieron que hacerle y un contexto social previo a la Gran Depresión nos hacía agradecer a todos y cada uno de nosotros el haber nacido en la época histórica en la que lo hicimos.

Una absoluta obra maestra del director Elia Kazan.

Místico

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