miércoles, 1 de abril de 2009

Cuando las máquinas lloran

¿Podrían algún día las máquinas llegar a sentir? ¿Podrían tener la capacidad de emocionarse, sufrir, amar, querer e incluso sentir celos? Esta preguntas se erigían en el año 2001 como estandarte principal de "Inteligencia artificial", un título concebido originalmente por Stanley Kubrick pero dirigido finalmente por Steven Spielberg dado el fallecimiento del primero.

"Inteligencia artificial", la adaptación de la novela "Los superjuguetes duran todo el verano", aprovechaba el tirón de la reciente "El sexto sentido" y daba un nuevo impulso comercial a la carrera de su jovencísimo protagonista: Haley Joel Osment. Un joven Jude Law, cuya carrera también estaba ahora comenzando a despegar, acompañaba en esta aventura pinochesca al joven actor protagonista, el cual volvía a demostrarnos, dos años después de la película de Shyamalan, el grandísimo valor que prometía dentro del cine del nuevo siglo.

Y es que "Inteligencia Artificial" fue sin duda una apuesta acertada, que entretenía y emocionaba a partes iguales, cuyos brillantísimos efectos especiales e inmejorable ritmo nos hacía viajar por mundos futuristas, similares a los que habíamos imaginado cuando éramos niños. Un Pinocho futurista que supo dejarnos un personaje para el recuerdo: Teddy, aquel oso de peluche robotizado que representó uno de los grandes aciertos de todo el film.

Místico

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