miércoles, 15 de abril de 2009

Un ejercicio de concienciación social

Creo firmemente que existen películas que llegaron al público en un momento totalmente acertado, en el momento en el que era necesario hacerlo, bien para concienciar a la opinión pública de algunos temas importantes, bien para eliminar algunos fantasmas que tristemente aún convivían entre nosotros.

Cuando en 1993 Jonathan Demme nos presentaba a un "desconocido" Tom Hanks en una cinta llamada "Philadelphia", muchos eran los fantasmas que en torno al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida se alojaban aún en nuestro subconsciente colectivo. El SIDA era (pese al enorme número de campañas de concienciación) una enfermedad maldita, una lacra social que obligaba a los que la padecían a permanecer aislados del resto de la sociedad, una marginación que en nada ayudaba a su correcto tratamiento. Los miedos infundados al posible contagio eran tales que SIDA era casi sinónimo de peste. 16 años después, las cosas afortunadamente han cambiado. Está claro que el mérito no es sólo de esta película, pero es de recibo reconocer que "Philadelphia" supo poner una de las primeras piedras en la construcción de ese edificio de tolerancia con la enfermedad de la que hoy debemos sentirnos orgullosos.

Quizá este hecho fuese el que conviertiese a "Philadelphia" en la referencia que para el cine hoy día es, pero también supuso el punto de inflexión en la carrera de un actor llamado Tom Hanks que hasta aquel momento había estado ligado a títulos de comedia. Con "Philadelphia" Hanks emprendía una nueva etapa profesional en la que demostraba también su valía para el género dramático, una apuesta que no sólo le valía el Oscar aquel año, sino también el poder repetirlo en el siguiente (hecho que sólo Spencer Tracy había logrado 50 años antes).

"Philadelphia" también supuso la confirmación de lo que Antonio Banderas estaba logrando en tierras americanas, encarnando a un personaje (pareja de Hanks) que el actor malagueño lamentó fue recortado en gran medida ya en la sala de montaje (escenas de sexo incluidas).

¿Y qué puedo decir de la famosa canción de Bruce Springsteen que acompañó para siempre a esta cinta? Pues que más de tres lustros después me reencontré con ella "paseando" por la Fnac y volvió a ponerme los pelos de punta. ¡Gracias, Bruce!

Místico

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