miércoles, 29 de abril de 2009

La apuesta más poética de Alejandro Amenábar

De espectacular se podría clasificar el giro que experimentó la carrera del director Alejandro Amenábar con este título del año 2004. Asociado al género fantástico y de suspense (no hay que olvidar que uno de sus grandes referentes fue siempre Alfred Hitchcock), Alejandro emprendía con este metraje una incursión en un género desconocido hasta la fecha por él: el género dramático. Para ello no sólo volvía a contar con Mateo Gil en labores de ayudante de guión, sino que fichaba a uno de los grandes de nuestro cine (Javier Bardem) y le confiaba al mismo la mayor parte del peso de la cinta.

El actor mostraba con este título gran parte de su consabido talento interpretando de un modo absolutamente convincente un personaje de extremísima dureza, una dificultad que no sólo era fruto de la situación que el mismo vivía, sino especialmente porque se trataba de un personaje real al que se debían rendir los máximos respetos. Bardem aprobó el reto con nota, como casi la totalidad de un reparto que en la noche de los Goya coparon la totalidad de los premios interpretativos. Quizá falló su partenaire, una "simplemente correcta" Belén Rueda redescubierta para el cine y que encarnaba aquí a otro de los personajes más complejos del metraje (fruto de la unión de varios personajes reales).

Una cinta multipremiada, ganadora del Oscar de Hollywood, que batió records en los premios Goya (catorce). Soberbia como no podía ser de otro modo la realización, más teniendo en cuenta lo delicado y polémico del tema que aquí se trataba; poético a rabiar aquel viaje que el alma y la mente de Bardem iniciaban en una ventana y finalizaban en aquella romántica playa; bellísima la banda sonora de melodías gallegas compuesta por el propio Amenábar y más bellos si caben aquellos versos con los que finalizaba la cinta sabiamente extraídos de las "Cartas desde el infierno" de Ramón Sampedro. Sin duda el mejor punto y final para un post como éste:

"Mar adentro,
mar adentro.



Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.


Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.


El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.


Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
'más adentro', 'más adentro'
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.


Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos."


Ramon Sampedro


Místico

1 comentario:

  1. Fui al cine con cierto escepticismo. Me encantaron todas las cintas anteriores de Amenabar, pero aquí daba el giro que comentas de la intriga a la denuncia social. A mi entender la jugada le salió bien, salí contento y nada defraudado (de todas formas a mi no tenía nada de que convencerme, soy partidario de la libre elección siempre). Si esta generó polémica, espera a ver la nueva, Agora, en la que narrará la historia de Hypatia, y aquí toparemos con la iglesia, en el sentido más literal del término. Va a ser divertido.

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