lunes, 31 de agosto de 2009

El tributo americano al cine de samurais

Las cuatro horas de duración de su metraje "obligaron" a esta película a partirse en dos. Dos vólumenes que dejaban claro el amor que Quentin Tarantino sentía por el cine de acción oriental (al cual rinde un claro homenaje) así como por la propia cultura del cómic.

"Kill Bill" fue una película original como pocas y no sólo por la desestructuración de su montaje (seña de identidad de este director americano) sino por la inclusión de otros elementos en la misma que convertían la cinta en todo un ejercicio de originalidad formal, sirva de ejemplo la estratégica utilización del blanco y negro o la brillante inclusión de un cortometraje de animación manga para presentarnos los orígenes de uno de los personajes principales.

El humor negro que derrochaba toda la cinta servía de perfecto contrapunto para unas secuencias de lucha tan efectistas como bellas (el enfrentamiento bajo los copos de nieve que encaraba a Uma Thurman con Lucy Liu en aquel jardín oriental dejaba clara constancia de ello). Para el recuerdo quedará la sangrienta batalla contra el ejército de O-Ren, también conocidos como "los 88 maniacos", una larguísima secuencia de lucha con espadas que se ha terminado convirtiendo en la más famosa de toda la película.

"Kill Bill" también supuso la recuperación para el cine de algunos nombres que estaban cayendo en el más absoluto de los olvidos, como David Carradine o Daryl Hannah, unos actores que, pese a poseer cierto gancho, no conseguían eclipsar al personaje protagonista de la cinta, una Uma Thurman que brillaba aquí con luz propia.

Por cierto, que Tarantino anunció en su momento la intención de rodar "Kill Bill: volúmenes 3 y 4", dos cortometrajes que reflejarían el pasado de los personajes de Bill y Beatrix Kiddo. Habrá que ver como se enfoca todo esto ahora que ha fallecido el actor que encarnase a Bill: el recientemente desaparecido David Carradine.

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viernes, 14 de agosto de 2009

La vuelta de una estrella

Supuso la vuelta al cine de la estrella femenina más importante del momento tras un año de retiro voluntario, supuso del mismo modo la película por la que más dinero se llegó a pagar a una actriz hasta aquella fecha. Y es que "El informe pelícano", el título basado en el best-seller del escritor John Grisham (autor que ya había demostrado su potencial para el cine con su anterior obra: "La tapadera") significó la recuperación para el mundo del cine de "la novia de américa" en un papel que, aunque ya había sido escrito, no dejaba de estar pensado para ella.

Un thriller tremendamente enrevesado de buen pulso y buena factura, coprotagonizado por Denzel Washington, que presentaba al espectador una compleja historia de intrigas, conspiraciones y entramados judiciales que logró, como era de prever un absoluto éxito en taquilla.

La complejidad de lo que aquí se nos contaba, su larga duración y el descubrimiento del principal misterio de la cinta a mitad de la misma (el contenido del informe) fueron factores que jugaron en su contra, algo que fue sabiamente contrarrestado por la excelente química que Roberts y Washington destilaron a lo largo de todo el metraje. Una química que fue, en cierto modo, protagonista de una de las mayores polémicas de la película. Y es que el hecho de que la relación entre Roberts y Washington no trascendiera lo meramente "profesional" (pese a notarse en todo momento la atracción que existía entre ambos) fue tachado por algunos sectores cuanto menos de racista. Ocho años después y con un tremendo carácter simbólico, Denzel Washington entregaba un Oscar a Julia Roberts y se fundía con ella en un apasionado beso (desde aquel entonces son grandísimos amigos), quizá el mismo beso que no pudieron darse durante el rodaje de esta película.

Místico

jueves, 13 de agosto de 2009

El musical más intemporal

Su guión resultaba tremendamente sencillo, pero no por ello carecía de la suficiente fuerza como para que casi 60 años después de su estreno siga presente en nuestro recuerdo más colectivo. Hablamos de lo que en nuestros días podría llamarse una comedia romántica bastante ligera con unos números musicales que por sí mismos compusieron uno de los conjuntos más brillantes en la historia del séptimo arte. Es posible que para el recuerdo sólo hayan quedado aquellos chapoteos que Gene Kelly realizara con una amplia sonrisa tras despedir en su portal a la mujer de la que comprendía se había enamorado, pero cierto es que "Cantando bajo la lluvia" se compuso de otros grandísimos números musicales tan brillantes como éste por no decir que mucho más.

Que la baza de la película era Kelly es algo absolutamente indiscutible, pero de justicia también resultaba destacar el brillante trabajo cómico que desarrolló en la misma un Donald O'Connor que demostraba además que en esto del baile estaba incluso por encima del protagonista.

Unas coreografías que rozaban las acrobacias, un argumento emotivo y divertido absolutamente intemporal y unos personajes inolvidables compusieron una de los mejores musicales del Hollywood más clásico, peremne para siempre en el recuerdo más cinéfilo. Tan imborrable como la secuencia que cuelgo hoy en este post. No podía ser otra...



Místico

miércoles, 12 de agosto de 2009

Nunca un robo resultó tan erótico

Decir que "La trampa", la apuesta del director Jon Amiel ("Sommersby") por el cine de acción y el género de ladrones, fue una gran película sería sin duda exagerado. No por ello dejo de considerar que este título de 1999 supo cumplir con creces los objetivos para los que fue concebido: entretener durante casi dos horas de la mano de dos de los actores más deseados del cine de aquel momento: una "siempre bella" Catherine Zeta-Jones y un "más incombustible que nunca" Sean Connery.

Quizá la fuerza de esta cinta radicara en la tremenda química que destilaban sus protagonistas, unos actores que podrían tener todo en su contra para fracasar en esta empresa (más si tenemos en cuenta que eran casi cuarenta los años que separaban a ambos actores) pero que en este título supieron alcanzar cotas de complicidad y compenetración pocas veces vistos entre estrellas de este calibre.

La apuesta de Jon Amiel tenía un cierto gusto a antiguas películas propias del género, pero en esta ocasión con un ritmo y una estética mucho más propia de finales de siglo XX. Su guión, con tremendos giros argumentales y engaños continuos de efecto boomerang, su ritmo in crescendo, aquellas bellas imágenes rodadas en las "por aquel entonces" torres más altas del mundo (las torres Petronas de Kuala Lumpur), la famosa secuencia de alto voltaje erótico en la que la actriz galesa se movía sutilmente entre una maraña de rayos infrarrojos, así como un final que en nada desmerecía el desarrollo de toda la trama fueron otros de sus muchos puntos a favor.

En contraposición a esto podríamos hablar de la falta de credibilidad de algunas de sus secuencias, especialmente aquellas escenas de acción en la que una mujer de 30 años y un hombre de 70 parecían desafiar las leyes de la gravedad, pero considero ciertamente que "La trampa" no apostó en ningún momento por el realismo de la propuesta. Su objetivo era otro: el de entretener a un público que demandaba este tipo de cine y que supo entender que los ladrones no tenían por qué ser siempre los malos de una película.

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viernes, 17 de julio de 2009

Un ejercicio de sobriedad argumental

Asistir a la proyección de "Sin perdón" es presenciar una sobria exposición de sentimientos escondidos, puros y sinceros como pocas veces se han visto en el género de western. Asistir a estas dos horas de metraje supone reencontrarse con un hombre al que pocos conocen, más que quizá él mismo y la mujer a la que amaba. Es comprender que la vida obliga a mantener actitudes que poco se corresponden con lo que los sentimientos marcan. Es ser testigo de que la vida pasa, de que el tiempo cambia las cosas sin que nosotros podamos hacer nada para evitarlo. Es comprender la dureza de un mundo donde no se puede ser débil, porque como años después marcarían los Coen éste "no es país para viejos"...

Hablamos de una película poética, alejada de cualquier estereotipo del género. Aquí los protagonistan fallan cuando disparan, les cuesta subir a un caballo y, lo más importante, sienten remordimientos al matar a un hombre.

"Sin perdón" es un ejercicio de sobriedad argumental, de sobriedad en la imagen e incluso en su sonido (a la muestra su bella banda sonora). Es la enésima demostración del talento de Clint Eastwood tanto delante como detrás de las cámaras y una justa merecedora del Oscar a la mejor película. Es el encuentro de tres pesos pesados (Eastwood, Freeman y Hackman) en un intento por resucitar un viejo género al que consiguió desmitificar y engrandecer a partes iguales.

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jueves, 16 de julio de 2009

Redescubriendo la magia en etapa adulta

En una semana en la que llega a nuestra cartelera la sexta entrega de una de las sagas más famosas de la historia del cine: la del joven aprendiz de mago cuya frente quedó marcada para siempre tras un primer enfrentamiento con el malvado Voldemort, llega el momento de hacer repaso a las películas de la franquicia "Harry Potter".

Creo que en su momento fui uno de tantos que dejaron escapar las dos primeras entregas simplemente porque las concebía demasiado infantiles, más teniendo en cuenta lo que mis gustos "adultos" marcaban en aquellos momentos. Y es que tuvieron que pasar casi tres años para entrar en Hogwarts por primera vez. Recuerdo que sucedió un fin de semana, uno de esos días tremendamente ociosos que opté por alquilar el primero de los títulos para verlo tranquilamente en casa una noche de frío invierno. Recuerdo poner el reproductor sin demasiadas esperanzas, pero también recuerdo que al poco de comenzar la cinta, comprendí que estaba asistiendo al comienzo de algo importante. Y es que ese fin de semana lo cambió todo. Ahí comenzó mi interés por lo que en Hogwarts sucedía, ahí comenzó mi idilio con los personajes de Harry, Ron y Hermione, ahí comenzó, en definitiva, mi amor por la saga de J.K.Rowling.

Una saga que iba madurando a medida que lo hacían sus protagonistas, que no perdía ni un ápice de fuerza según avanzaba en el tiempo, cuyas historias no sólo iban destinadas a un público infantil, sino también a todo un universo adulto susceptible de disfrutar con historias mágicas. Esto se potenciaba aún más al encontrar en ella unos personajes bien perfilados (algo no demasiado habitual en películas "infantiles"), con el suficiente grado de carisma como para entrar por méritos propios en la historia del cine fantástico. El trabajo a este respecto no sólo se centraba en los protagonistas de la saga, sino especialmente en un universo de personajes secundarios que, entrega tras entrega, engrandecían la historia en todo su conjunto. Del mismo modo, el desarrollo de sus diferentes tramas (tanto la que hacía referencia a la lucha contra el universo Voldemort como la que giraba en torno a las relaciones que se establecían entre los propios protagonistas) poseía un ritmo tan acertado, jugando con aquello que se nos mostraba y aquello que no, que el interés por lo que en la misma se nos contaba iba siempre en continuo ascenso, lógica consecuencia de una sabia dosificación de la información.

En una historia donde la magia era ya de por sí un personaje más de la cinta, era necesario contar con unos efectos especiales cuanto menos logrados. Las películas de Harry Potter aprobaron esto con nota. Lo mismo se podría decir de cada uno de sus mágicos escenarios, parte fundamental de una historia cada vez más oscura que difícilmente sería entendida sin todos y cada uno de ellos.

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miércoles, 15 de julio de 2009

¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad?

He de reconocer que no me gusta el cine gore. Siempre he sido partidario de un cine de terror más sugerente que explícito, por lo que considero que cuando una película ha de tirar de vísceras para impresionar a su público, tiene ya la mitad de la batalla perdida. Sin embargo, existen ocasiones en las que (al igual que sucede con las escenas de alta carga sexual) este tipo de imágenes vienen tremendamente justificadas por un guion o una historia que realmente se prestan a ello. "Hostel" es un claro ejemplo de esto mismo.

Una película que conseguía impresionarlos ya no sólo por las imágenes que en ella se nos mostraba, sino especialmente por el trasfondo que la historia parecía tener detrás. Al igual que cuando, a mediados de los noventa, un desconocido Alejandro Amenábar presentaba al mundo aquella ópera prima llamada "Tesis" se despertaba el debate de cuánto de verdad y cuánto de ficción podía haber en las denominadas películas snuff, "Hostel" despertaba otra contienda ciertamente similar, pero esta vez en pleno siglo XXI.

A fin de cuentas lo que "Hostel" nos contaba tampoco era nada nuevo. Hablamos de la puesta en escena de ciertas leyendas urbanas que siempre corrieron de boca en boca y que encontraron en internet el caldo de cultivo perfecto para su correcta expansión. Unas macabras leyendas que circulaban en torno al escaso valor de la vida humana frente al poder del dinero, materializado en las aberrantes prácticas de unos desequilibrados millonarios cuyo enorme poder les había hecho enfocar de un modo algo "diferente" su propia sexualidad. Esta crítica a la sociedad del capitalismo se mostraba en esta cinta de un modo tan claro y explícito que sólo ella ya poseía más fuerza que cualquiera de las imágenes grotescas que pudiésemos ver a lo largo del metraje.

Cierto es que el ritmo de su primera mitad resultaba lento, pues se recreaba en aspectos de la trama ciertamente prescindibles, pero también lo es que gracias a ello "Hostel" conseguía crear una atmosfera de realidad y una identificación con los personajes principales tan alta que harían que la segunda parte de la cinta fuese aún más sobrecogedora.

Místico

martes, 14 de julio de 2009

Cuando el amor se convierte en una cuestión de supervivencia

Las razones por las que hoy destaco "Sobreviviré" entre todas las opciones posibles puede que sean demasiado personales, demasiado ligadas al contexto de su visionado, de un estreno allá por el año 1999 que difícilmente será borrado nunca de mi memoria. Aún así nunca destacaría esta cinta si no creyese en ella, si no pensase que esta película, pese a no brillar en todo su conjunto, sí podía hacerlo en algunas de sus partes.

Podría comenzar hablando de su banda sonora, aquellas partituras con voces de Paco Ortega, Manzanita, Alba Molina, Estrella Morente o Ray Heredia que conseguían darle aquel aire desgarrador y visceral a una historia de sentimientos cuanto menos compleja. Podría hablar de Emma Suárez, una actriz en estado de gracia que convencía con cada una de sus frases. Y es que suyas fueron dos de aquellas que justificaban por sí solas el precio de una entrada. La primera, cuando le decía a un correcto Juan Diego Botto que pese a quererlo mucho a su historia de amor le faltaba algo: y es que cuando estaban juntos "no sonaba la música", así como aquella reflexión final en la que se preguntaba qué habría sido de su vida si no hubiesen sucedido una serie de acontecimientos en la misma, llegando a una simple y certera conclusión: "no habría sido entonces mi vida".

"Sobreviviré" era una historia de supervivientes en un mundo tremendamente imperfecto, una historia de sentimientos ajenos a cualquier pauta establecida, una historia de amor diferente, fuera de cualquier etiqueta o cliché, quizá basada en lo mucho que los protagonistas se necesitaban pero, pese a ello, de una absoluta e incuestionable belleza.

Místico

lunes, 13 de julio de 2009

Una ambientación perfecta para una historia brillante

Fue junto con "Asesinato en el Orient Express" la mejor adaptación de un relato de Agatha Christie llevada al cine. Un elenco espectacular (algo habitual en las adaptaciones a la gran pantalla de las novelas de Christie) capitaneado por una Mia Farrow tremendamente efectista y donde encontrábamos nombres de la talla de Peter Ustinov, David Niven, Bette Davis o Ángela Lansbury.

Sus escenarios naturales, rodados en los lugares más emblemáticos del antiguo Egipto, no hacían otra cosa que engrandecer una película que también cuidaba hasta el ultimo detalle tanto en los diseños de interiores como en el diseño de vestuario (algo que le valdría un merecidísimo Oscar de Hollywwood). Tremendo resultaba su guión, adaptado de una interesantísima novela que poseía otro de los mejores finales firmados por la famosa escritora británica.

Peter Ustinov se ponía en la piel del carismático Hércoles Poirot tras el rechazo de Albert Finney (el cual había encarnado al detective belga en "Asesinato en el Orient Express") a causa de las altas temperaturas del rodaje en Egipto (más comprensible aún si tenemos en cuenta el vestuario que la totalidad del reparto debía lucir en esta película). Este cambio de actor sirvió para dar una mayor credibilidad a un extraño personaje que nadie como Ustinov entendió de un modo más acertado.

He visto varias veces esta película y me reafirmo al pensar que "Muerte en el Nilo" estará siempre en deuda con Jacqueline de Bellefort, el interesantísimo personaje perfilado por una soberbia Mia Farrow que se convertía por méritos propios en el más interesante de toda la novela. Un personaje repleto de aristas en un universo de individuos quizá demasiado lineales. Llevado al terreno actoral, podría afirmar algo parecido. Y es que esta película nos convertía en testigos directos de como una joven Mia Farrow despuntaba con luz propia entre una maraña de nombres absolutamente consagrados, algunos de los cuales ya eran estrellas cuando ella ni siquiera había nacido.

Místico

viernes, 10 de julio de 2009

¿Algo peor que una rata en una cocina?

Cualquiera que haya seguido este blog de un modo más o menos regular habrá comprobado que no soy especialmente aficionado al cine de animación. De hecho ésta es la primera película animada de la que hablo en "Plano Medio", pero es que el octavo proyecto de la factoría Pixar que se presentó en el año 2007 resultaba tan exquisito (y nunca mejor dicho) que no puedo seguir pasándolo por alto.

Una bella historia de superación con moraleja para adultos que, como toda producción de animación que se precie, también contaba con un buen número de secundarios que ayudaban a que la historia no sólo cobrase fuerza, sino que también entusiasmase al público más joven.

Su protagonista, la joven rata Remy, de fuerte carisma y altísimo grado de ternura, poseía unas características tan humanas que en muchas ocasiones resultaba más fácil identificarse con ella que con el resto de personajes de la cinta. Un personaje que se tenía que enfrentar a un destino que simplemente no aceptaba, un inconformismo que le haría poner su propia vida en peligro sólo por perseguir un sueño, un sueño que sus orígenes le habían vetado desde el mismo momento en que nació. ¡Cuánto tendríamos que aprender los humanos de esta rata!

La grandeza de "Ratatouille" no sólo estaba en su historia. Cuando hablamos de este título hablamos de uno de los mejores trabajos técnicos que se habían visto hasta la fecha, el cual conseguía, sólo por citar un ejemplo, que nunca antes se hubiesen visto imágenes de agua tan reales en una cinta de animación. Un trabajo técnico que se apoyaba en un gran conocimiento de aquello que se estaba tratando. El equipo de "Ratatouille" llegó a apuntarse a diferentes cursos de cocina (no sin razón algunas imágenes de la cinta conseguían despertarnos realmente el apetito), así como visitó durante una semana entera la ciudad de París (desde sus alcantarillas hasta sus restaurantes de lujo) sólo para dar credibilidad a los escenarios y lenguaje que en la misma se utilizaban, llegando incluso a visionar decenas de películas del país vecino con el fin de que los personajes tuviesen los movimientos "más afrancesados" posibles, especialmente aquellos que realizaba la boca en el momento del habla.

El producto final, como no podía ser de otro modo, resultó brillante: ganadora del Oscar a la mejor película de animación y candidata en otras cuatro categorías (compitiendo en las mismas con películas de imagen real). El resultado lógico de un trabajo bien hecho.

Místico

miércoles, 8 de julio de 2009

Un canto a la libertad en tiempos de guerra

A lo largo de los años siempre he creído que el cine italiano es uno de los mejores que se hacen en el planeta. Títulos como "Cinema Paradiso", "La Vida es bella" o aquel del que vengo a hablar hoy ("Mediterráneo") no han hecho más que confirmar mi teoría.

Un enfoque tremendamente distinto de la guerra cinematográfica por excelencia (La Segunda Guerra Mundial) representado por un grupo de soldados que encontraban en una pequeña isla griega no sólo el motivo para desertar de una guerra en la que ya no creían, sino especialmente el sentimiento de haber encontrado su propio paraíso, el lugar en el que eran plenamente felices en una etapa histórica que les empujaba a hecer la guerra, cuando ellos lo que ansiaban era no parar de hacer el amor.

Lejos de frivolizar algo tan serio como una guerra, "Mediterráneo" se alzaba como un canto a la libertad, un título que nos enseñaba que todos los humanos éramos en definitiva ciudadanos del mundo y que nunca podríamos saber en qué rincón del planeta encontraríamos el verdadero sentimiento de hogar.

Una fotografía de exteriores bellísima, unas más que dignas interpretaciones y un divertido guión, que perfilaba unos personajes de los que uno terminaba encariñándose, convirtieron esta película en justa ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa del año 91, confirmando además que en Italia, como en pocos países del planeta, sabían lo que el cine bien hecho podía llegar a representar.

Místico

viernes, 3 de julio de 2009

Una apuesta por los sentimientos

Una comedia fresca, desenfadada, divertida y, aunque ligeramente "pastelona", tremendamente recomendable para uno de esos días de frío invierno donde el sofá, la mantita y el bol de palomitas se convierten en absolutos imprescindibles. Sí, lo sé, no estamos en las fechas más apropiadas para ello, pero si cambia el contexto de visionado la película tampoco desmerecerá en gran medida. Y es que hoy es viernes, último día de la semana laboral y, como corresponde, quiero lanzar mi recomendación para el fin de semana. El título es sencillo: "La joya de la familia"

Hoy no hay análisis ni criticas. Hoy sólo tiene cabida esta apuesta por la comedia romántica que (aunque también cuenta con su pequeño toque amargo) está cargada de esperanza, amor y buenos sentimientos que, a fin de cuentas, es lo que tendrían que transmitirnos muchas películas.

Buen fin de semana a todos.

Místico

jueves, 2 de julio de 2009

Interesante pero irregular

"La ventana indiscreta" fue una clara muestra del juego que podía dar una sola localización si se sabía utilizar del modo correcto. Si tenemos en cuenta que quien se encontraba tras la cámara era el mismísimo Alfred Hitchcock era de suponer que la mitad del trabajo ya estaba prácticamente hecho. Cierto es también que lo de "simple localización" llevaba unos cuantos matices, pues hablamos de diferentes escenarios dentro de un mismo espacio, en este caso aquellos que componían las vistas del edificio sobre el que se desarrolla esta curiosa e interesante historia.

Muchas cosas a favor y otras tantas en contra de una de las más controvertidas (para mí) obras del genio del suspense. El planteamiento es sí resulta bastante interesante, así como el modo en el que Hitchcock consigue transmitir suspense a través de elementos sencillos y casi cotidianos. Creo sin embargo que, a diferencia de otras muchas obras de este director, "La ventana indiscreta" carece de bastante credibilidad, algo que se va haciendo más notable según avanzamos en el metraje, especialmente en las secuencias finales. Sus actores están correctos, tanto James Stewart como Grace Kelly, pero muy especialmente Thelma Ritter. Brillante sin duda resulta el punto de vista con el que Hitchcock construye esta película, consiguiendo que los espectadores no sólo veamos lo que Stewart ve desde su voyeur posición, sino que también nos contagiemos de la la angustia y ansiedad que el mismo siente cuando la acción que observa se sale de su/nuestro campo visual.

El enfoque cómico que se daba a este película sobraba en gran medida, puede que la puesta en escena se prestase a ello, pero quizá este mismo enfoque fuese el responsable de que esta historia no tuviese la fuerza que, teniendo en cuenta su enorme potencial, podría haber tenido.

Místico

miércoles, 1 de julio de 2009

La más acertada de las "road movies"

Aunque hace ya bastante tiempo que vi esta película creo que es de aquellas que han sabido mantenerse en mi memoria a lo largo de los años. Y no es que permanezca en la misma por lo mucho que este título me hiciera reflexionar (que sin duda lo conseguía) ni tampoco por sus brillantes actuaciones o trabajo de realización (que en absoluto resulta mediocre, más bien roza lo brillante). Creo que el motivo de que se mantenga perenne en el recuerdo es porque en más de una ocasión he creído sentir el deseo de hacer lo que en esta cinta hacen sus protagonistas: dejarlo todo y salir corriendo a lomos de un descapotable en busca simplemente de una vida diferente. Cierto es que a nuestras heroínas la historia se les va un poco de las manos y lo que prometía ser una escapada de fin de semana se convierte en una huida desesperada al margen de la ley, pero la actitud inicial que se mostraba en esta cinta se me antoja simplemente genial.

Geena Davis y Susan Sarandon no sólo mostraban en "Thelma y Louise" una química perfecta, sino que justificaban con creces las dos nominaciones al Oscar que recibieron ambas actrices por su trabajo en esta película. Pocos saben que en un pricipio los estudios querían dos nombres más populares, proponiendo los de Meryl Streep y Goldie Hawn (a la postre compañeras en "La muerte os sienta tan bien" de Robert Zemeckis) para encarnar a las protagonistas de esta historia. Y es que...¡cuán diferente hubiese sido esta película con la esposa de Kurt Russell como protagonista de la misma!

Brad Pitt encontraba en "Thelma y Louise" el primer papel importante de su carrera y Ridley Scott confirmaba una vez más lo buen director que podía ser independientemente del género en el que trabajase.

Quizá el único "pero" que le pondría a este título radicara en la imagen tan estereotipada que de ciertos hombres se daba en la misma, pero este hecho se compensaba con creces con un tratamiento cuidado (que no pecaba de excesos) y uno de los mejores finales (duro y desgarrador pero con tremenda fuerza y hasta poético) que ha dado hasta la fecha la historia del cine.

Místico

martes, 30 de junio de 2009

Nada más peligroso que algunas obsesiones

Veintidós años después de su estreno "Atracción fatal" continúa teniendo fuerza. Posiblemente porque los temas que aquí se tratan difícilmente pasarán algún día de moda o tal vez porque consigue hacernos reflexionar sobre el por qué de ciertos comportamientos que no por peligrosos se dan en menor medida.

Cierto es que lo que aquí plasmaba Adrian Lyne estaba llevado hasta el más absoluto extremo, un hecho que, pese a provocar que la cinta no brillase como podría haberlo hecho, no fracasaba en su intento de que los espectadores se identificasen con unos personajes que permanecieron en el subconsciente colectivo durante un buen número de años. Este enfoque tan extremo provocaba que se indagara menos en la psique de los protagonistas, especialmente en el interesantísimo personaje de una soberbia Glenn Close (de la que se presiente hay tanta historia detrás que daría para varias películas) y se optara por convertir el final del metraje en un thriller demasiado efectista que empobrecía la profundidad de la obra completa. Curioso resulta conocer que existió un final alternativo mucho más realista que desde mi punto de vista hubiese encumbrado esta cinta muy por encima de la posición que ocupa hoy día. En aquel momento primó el interés comercial por encima del valor argumental y se escogió el final equivocado. Uno de esos errores dados en el mundo del cine que a día de hoy aún hay que lamentar.

Una película nominada a seis Oscar donde Glenn Close, Michael Douglas y Anne Archer compusieron uno de los triángulos amorosos más creíbles de los irrepetibles años 80.

Místico

lunes, 29 de junio de 2009

Las dantescas consecuencias de una Guerra Fría

Hoy quiero presentar en "Plano Medio" una de esas películas difíciles de encontrar en tiendas especializadas, en parte porque el término "descatalogada" la ha acompañado fielmente a lo largo de muchísimos años. Hace unos meses, en una visita a la capital palentina, tuve la suerte de reencontrarme con ella y hoy, recordando aquel fin de semana, quiero destacarla a modo de homenaje.

Una oscura producción que databa de 1983 y que nos mostraba los devastadores efectos de una guerra nuclear en un pequeño pueblo norteamericano. La fuerza de esta película radicaba en su fecha de estreno, en unos años de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética que hacían que esta historia tuviese cuanto menos cierto grado de credibilidad. La presentación de sus personajes, de aquellos sencillos habitantes de tan trágico pueblo, tan pausada que conllevaba la primera hora de metraje, conseguía que la identificación con los mismos fuese absoluta, efecto con el cual se conseguía que la segunda parte (la que nos narraba el impactante holocausto nuclear) fuese aún más sobrecogedora.

"El día después" era una película dura, donde no encontrabamos héroes ni guerras justificadas con algún extraño patriotismo. Aquí lo que se nos mostraba era el horror al que el mundo podía estar expuesto en unos años de tensión extrema. Una amenaza que, aunque dificilmente será extinguida algún día, en aquellos ochenteros años alimentaba una psicosis mundial que alcanzaba cotas extremas entre los habitantes de Estados Unidos.

Yo no era americano pero apenas era un niño cuando vi este título por primera vez y sin duda me impactó. Y me impactó tanto que que en ocasiones incluso hoy, más de 20 años después, cuando por una razón u otra mi vista se levanta hacia el cielo, me sorprendo a mí mismo recreando en mi mente imágenes de esta película.

Místico

viernes, 26 de junio de 2009

"La mano que mece la cuna es la mano que domina el mundo"

Recientemente se estrenó en nuestros cines "Obsesionada", una película inspirada en la ochentera "Atracción fatal" que a mí personalmente me hizo recordar un título bien diferente. Y es que en el año 1992 vio la luz en todo el mundo una cinta de título cuanto menos curioso que no sólo significó el trabajo más importante en la carrera de la actriz Rebecca de Mornay, sino que también nos enseñó a muchos que un trabajo bien hecho y una historia bien construída podían dignificar el cine más comercial llegado del otro lado del océano.

Curtis Hanson (director entre otras de "L.A. Confidential") construyó una buena narración, de excelente ritmo y gran trabajo actoral que, pese a su carácter previsible, convencía en todo aquello que narraba. Y es que Rebecca de Mornay llegaba a dar miedo de verdad. Bajo aquel rostro frágil y bello se escondía un mal tan creíble que sólo necesitaba de un plano (aquel en el que aparacía comiendo una manzana tras haber cometido su primer asesinato) para convencernos a todos de la intensidad de su odio. Gran trabajo también el de Annabella Sciorra y Julianne Moore así como el de un Ernie Hudson cuyo secundario papel brillaba a la misma altura que el de la propia De Mornay.

Un thriller al más propio estilo de los años 90 tremendamente recomendable que, pese a perder cierta fuerza en sus previsibles secuencias finales, conseguía transmitirnos altas dosis de tensión.

Místico

miércoles, 24 de junio de 2009

Retazos de una infancia

Son muchas las razones por las que hoy quiero hablar de esta película, diferentes motivos entre los cuales opto por quedarme con el más importante de todos: lo mucho que me entusiasmó cuando apenas contaba con doce años.

"Cariño, he encogido a los niños" supuso uno de los éxitos más importantes en la historia de la factoría Disney en cuanto a producciones con actores reales se refiere. Una película dirigida por Joe Johnston (responsable de los efectos especiales de "Star Wars" e "Indiana Jones") que debutaba con esta película en tareas de dirección. Se cuenta que el guión con el que John se encontró originalmente era bastante más oscuro que el que finalmente reconstruiría en la cinta, un guión que incluía la muerte de uno de los niños (cinco en un principio) en su viaje de regreso a casa.

El resultado final: una película de aventuras apta para toda la familia, aunque más enfocada a un público infantil, que suponía una buena apuesta por los efectos especiales de aquellos años (1989). El protagonismo de la cinta no recaía en este caso en los actores, sino en los grandes escenarios en los que se desarrollaba la trama. Unos escenarios bien logrados que irónicamente resultaban ser de lo más cotidianos, de ahí la fuerza de la historia y, en definitiva, de toda la película.

Rick Moranis (representando una vez más ese papel de intelectual estúpido del que parecía no querer despegarse) se erigió como el actor estrella de la cinta, de una película en la que para mí destacaba bastante más otro de sus personajes: aquella joven hormiga que acompañaría a los chavales en su aventura por el cesped del jardín (¡Qué extraña resulta esta frase!). Y es que conseguir, como se consiguió aquí, que sintiesemos tanto cariño por uno de estos insectos (hasta el punto de lamentar su posterior pérdida del modo que lo haríamos) resultó ser algo cuanto menos digno de admiración.

Místico

jueves, 18 de junio de 2009

Una rebeldía totalmente justificada

Lo que James Dean consiguió a mediados de los 50 para la gloria del séptimo arte ha sido algo hasta la fecha inigualable. Con sólo tres películas importantes en su carrera este actor americano consiguió convertirse no sólo en un mito para la historia del cine, sino también en todo un icono mediático que ha sabido mantenerse imperturbable a lo largo de cinco larguísimas décadas. Encontró la muerte a los 24 años en un fatal accidente de tráfico, pero dejó como principal legado tres películas absolutamente inolvidables: "Al este del Edén", "Gigante" y el título que posiblemente más le ayudó a encumbrarse como mito: "Rebelde sin causa".

Está claro que esta película no tendría el peso del que hoy hace gala si no hubiese sido protagonizada por Dean, como tampoco habría pasado a la historia del cine si el joven actor no hubiese encontrado la muerte a una edad tan prematura, pero el caso es que ambas cosas sucedieron y hoy "Rebelde sin causa" es casi una película de culto.

Una cinta que nos mostraba que la delincuencia y rebeldía entre los jóvenes no tenía que ir necesariamente ligada a las clases sociales más bajas, sino que en los niveles acomodados los grados de inconformismo entre los jóvenes americanos podían ser tan altos que la única solución factible se encontraba en las peleas con navajas, las carreras de coches frente a acantilados mortales o las pistolas de gatillo fácil.

Sin duda lo más interesante de toda la cinta radicaba en aquellos motivos (familiares todos) que hacían a estos jóvenes comportarse de aquella manera, indagar en las "causas" (porque sí que las había) de estos comportamientos, ya fuese un complejo de Electra, una homosexualidad encubierta unida a una tremenda falta de cariño o el miedo a heredar lo que en un padre tanto se rechazaba.

Místico

miércoles, 17 de junio de 2009

Cuando las pasiones se vuelven peligrosas

Siempre he creído que la genialidad de Pedro Almodóvar se dejó ver más en las apuestas de comedia que en cualquiera de sus grandes dramas (pese a la especial inclinación del cineasta en los últimos años a este último género). Y es que películas como "Mujeres al borde de un ataque de nervios" demostraron que la vis cómica del director manchego era simplemente inigualable.

A pesar de ello, en 1987, Pedro nos presentaba una película dramática que desde mi punto de vista podría incluirse entre los mejores trabajos del controvertido director. Para ello contaba con su musa en aquel momento, una Carmen Maura que supo mostrarse absolutamente brillante, así como con un Antonio Banderas que comenzaba a ser ya fijo en las producciones del manchego. Un Banderas que compartiría con Eusebio Poncela (supuesto protagonista de esta historia) una de las escenas más polémicas de toda la película, no en vano estamos hablando de una de las primeras secuencias de sexo explícito homosexual que podíamos ver en una pantalla grande. Micky Molina y una jovencísima Manuela Velasco ([REC]) completaban el reparto de la cinta.

La historia principal, protagonizada por Poncela y Banderas, de pasiones desatadas y absolutamente incontrolables se enriquecía enormemente gracias a Tina, aquel transexual interpretado por Carmen Maura que se mostraba repleto de conflictos familiares, religiosos y existenciales. En ella recaía además el peso de la escena más famosa de toda la cinta, una secuencia de altísima carga sexual y brillante realización en la que su personaje pedía a un barrendero de la calle que la regase con su manguera para sofocar con ello el calor. Esta escena se ha convertido ya por méritos propios en una de las más iconográficas que dio el cine de los años 80.

"La ley del deseo": Un título absolutamente imprescindible en la filmografía de Pedro Almodóvar.

Místico

lunes, 15 de junio de 2009

Tragedia "shakespeariana" a ritmos urbanos

Figura desde hace unos cuantos años en la lista de películas con más premios Oscar de la historia del cine, concretamente diez, sólo por detrás de "Ben Hur", "Titanic" y "El retorno del Rey". "West Side Story", el musical que suponía la adaptación urbana de la obra de Willliam Shakespeare "Romeo y Julieta" y que era narrada en esta ocasión entre bandas callejeras del Nueva York de los años 60, tuvo sin duda muchas puntos a su favor, pero creo firmemente que esta lluvia de premios fue tremendamente exagerada.

Cierto es que muchos de sus números musicales (de puesta en escena intachable) engrandecieron una película que nació para recoger el testigo del exitoso musical de Broadway que llevara el mismo nombre, logrando pasar muchos de ellos no sólo a la historia del cine sino también al subconsciente colectivo de millones de personas. Todo esto es cierto, pero también lo es que si obviamos sus números musicales (y hablando de "West Side Story" esta empresa se antoja cuanto menos complicada) lo que nos queda de ella apenas merece un mayor reconocimiento.

La credibilidad de su historia apenas se sostiene por sí misma. Analicemos para ello un solo ejemplo: "West Side Story" se desarrolla en un solo día, es decir, 24 horas a lo largo de las cuales Natalie Wood y Richard Beymer se conocen y se enamoran. Hasta aquí todo podría ser "normal", pero ¿cómo es posible que la pasión entre ambos alcance cotas tan altas en tan corto espacio de tiempo como para hacer olvidar a la protagonista que horas antes de escapar con su amado, éste acaba de asesinar a su propio hermano?... Creo sinceramente que otras propuestas de la época como "Esplendor en la hierba" o "Rebelde sin causa" conseguían emocionarnos más de un modo bastante más creíble.

Sigo manteniendo que esta película contó con muchos puntos a su favor. Su trabajo actoral apenas mostraba fisuras, así como ciertos momentos de la cinta brillaron con luz propia. Valga de ejemplo la escena en la que ambos protagonistas se conocían. Creo que pocos "flechazos" han sido tan bien llevados al cine como cuando Natalie Wood y Richard Beymer se veían por primera vez en aquella mítica secuencia del baile.

En definitiva, una buena pero desigual cinta (que en su momento rechazó protagonizar Elvis Presley) con unos inmortales números musicales susceptible de ser ligeramente sobrevalorada... al menos desde mi "más modesta opinión", claro.

Místico

miércoles, 10 de junio de 2009

El acertado tratamiento de un nuevo subgénero

Quizá la grandeza del cine se muestra cuando una cinta sin altas pretensiones y bajo presupuesto alcanza el nivel de película de culto, da lugar al nacimiento de un subgénero y consigue que el American Film Institute la inscriba en su centésimo aniversario dentro de la lista de cien mejores películas de la historia. Este tipo de hechos son los que nos hacen creer en el cine como arte, en las películas como modo de expresión artística cuyo resultado depende más de la calidad del cineasta en cuestión que del dinero que hay sobre la mesa a la hora de firmar los acuerdos. Esto es lo que en el año 1968 nos demostró George A. Romero con "La noche de los muertos vivientes" y este mismo hecho es el que quiero conmemorar hoy.

Una cinta que fue testigo del nacimiento de un subgénero: aquel cine de zombies que, pese a haberse presentado ya en otros proyectos, adoptaba en esta película el tratamiento formal que conocemos hoy día. Una historia sencilla narrada casi a tiempo real cuya fuerza radicaba quizá en el modo en el que la misma se planteaba.

Unos desconocidos se veían obligados a unir sus fuerzas ante el ataque de unos cuerpos sin vida cuyo resurgimiento no terminaba de encontrar una causa verdaderamente fundamentada (pese a que se mencionase en su momento una posible radiación desconocida). La relación que se establecía entre los personajes ya era de por sí compleja y problemática, lo cual, unido a la carencia real de un verdadero lider o héroe entre los mismos, les condenaba ya de antemano a un final ciertamente desolador.

Una irónica secuencia final no exenta de cierta polémica (algunos quisieron ver en ella cierto guiño racista) cerraba una brillante película que supo crear el clima y los ambientes más correctos (acertadísima la elección del blanco y negro) para una historia que, pese a perder su buen ritmo en algunos momentos, sirvió de claro ejemplo para producciones posteriores infinitamente más caras que ella.

Místico

martes, 9 de junio de 2009

La dureza extrema de una vida injusta

Sin duda éste fue uno de los mejores títulos que dio el cine español a finales de los 90. Un título duro como pocos, de una realidad tan extrema que asustaba. Una película que mostraba sin ningún tipo de filtro la dureza de una vida injusta, de una vida que parecía cebarse con algunos desafortunados desde el mismo momento de su concepción.

Un drama que se engrandecía aún más cuando en contraposición a ello Benito Zambrano conseguía emocionarnos a todos al relatarnos una bella historia de amor: la que nacía entre una madre y una hija que lo tenían todo en contra pero cuyo lazo se hacía más fuerte según aumentaban las dificultades.

Soberbios a rabiar todos sus actores, en especial una María Galiana que por fin recogía el reconocimiento que el cine le debía desde hacía tantos años, así como una Ana Fernández que descubríamos con esta cinta y que nos mostraba gracias a ella el enorme potencial que atesoraba. Una excelente labor de fotografía, un correctísimo guión y el mejor trabajo hasta la fecha del director Benito Zambrano convirtieron a esta ópera prima en justa merecedora tanto del premio del público en el festival de Berlín como de todos y cada uno de sus cinco premios Goya.

Místico

lunes, 8 de junio de 2009

La bella puesta en escena del más noble sentimiento

Éste fue uno de esos títulos cuya belleza artística estaba muy por encima de lo que aspiraba a contarnos su guión. Su ambientación, su excelente fotografía y especialmente, todas y cada una de sus canciones, hicieron de "Moulin Rouge!" una bellísima obra que ocho años después de su estreno aún consigue enamorarnos.

Un musical que se valía de éxitos de Elton John, Queen, Madonna o Roxanne para contarnos una historia de amor trágico e imposible entre Nicole Kidman e Ewan McGregor que a muchos aún hoy nos hace sentir. Quizá sea porque ese bello sentimiento quedaba perfectamente plasmado en un universo de colores, no despojados de cierta irrealidad, que resultaba perfecto para transmitirnos la pureza de lo que aquí se nos narraba.

Y cómo hoy es un día especial, quiero compartir desde aquí dos de los números musicales que más hondo me llegaron. Espero que consigan con vosotros lo mismo que en su momento consiguieron conmigo: hecerme sentir y creer en la pureza de aquel sentimiento que algunos llamaron "amor".





Místico

miércoles, 3 de junio de 2009

Respetando la esencia de un libro de culto

La famosa novela de Umberto Eco encontró en esta adaptación cinematográfica un canal perfecto para hacer llegar a aquellos no demasiado aficionados a la lectura una de las mejores novelas de intriga escrita durante los años 80.

Y es que revisando de nuevo la cinta muchas son las cosas que se podrían decir de la obra del francés Jean-Jacques Annaud, entre ellas que su perfecta ambientación (la cual mostraba una Edad Media con toda su dureza y fealdad real), su bellísima fotografía, sus correctas interpretaciones y un brillantísimo guión (levantado en torno a una tenebrosa historia medieval desarrollada entre monjes, abadías y libros prohibidos) se conviertieron en elementos clave para entender el éxito de una película que partía con el handicap de tener que igualar un libro de absoluta referencia.

"El nombre de la rosa" supuso la recuperación para el cine del actor Sean Connery, una estrella de antaño perdida en mediocres producciones que con este título se convertiría en justo ganador del BAFTA de aquel año, así como supuso también el descubrimiento de un Christian Slater que quizá no supo aprovechar para su carrera el espaldarazo de un debut tan brillante como éste.

Desde mi punto de vista, una de las mejores películas medievales de toda la historia del séptimo arte.

Místico

martes, 2 de junio de 2009

La brillante adaptación de una excelente novela

Desde muy pequeño me aficioné a las novelas de Agatha Christie. Realmente me fascinaban aquellos relatos ambientados en mansiones victorianas y donde condes, marqueses, mayordomos, doncellas y jardineros se alzaban como protagonistas de unas historias de misterio que llevaban el sello de la escritora británica hasta en el último de sus párrafos. A lo largo de los años muchos fuimos los seguidores incondicionales de estos relatos, los cuales, llegado el momento de ser adaptados al cine, daban como resultado unas producciones absolutamente mediocres. Creo que sólo dos de estos metrajes supieron recoger el brillante clima que la escritora británica impregnaba en cada uno de sus textos. "Asesinato en el Orient Express" fue sin lugar a dudas uno de ellos.

Una película coral plagada de estrellas del cine más clásico entre las que se encontraban nombres de la talla de Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Anthony Perkins, Sean Connery, Vanessa Redgrave o Jacqueline Bisset. Todo un elenco de celebridades envueltas no sólo en unas excelentes interpretaciones (Oscar para Ingrid Bergman) sino en un clima y un tratamiento tan brillantes que supieron recoger la esencia y el misterio propios de la famosa escritora como ninguna producción había conseguido hasta la fecha.

Uno de los mejores finales de todas las novelas de Agatha Christhie engrandecía aún más una cinta que nació para ser grande y que no defraudó en ningún momento a todos los que amábamos aquellas famosas novelas de misterio. Lástima que el resto de adaptaciones no supiesen estar a su altura...

Místico

lunes, 1 de junio de 2009

Falsa belleza

Existe una rosa conocida como "American Beauty" que se cultiva artificialmente con el único fin de mostrar una apariencia perfecta. Con esta misma filosofía Sam Mendes construyó en el año 1999 una obra ganadora del Oscar a la mejor película cuya finalidad se basaba en mostrarnos precisamente eso: la supuesta perfección de una familia americana de clase media cuya excepcionalidad tan sólo se mostraba en su simple apariencia.

Frustraciones, complejos, infidelidades, rechazo de la propia identidad sexual... Muchas cosas que quedaban ocultas bajo una apariencia de familia perfecta y todas ellas tratadas de un modo tan acertado que el resultado final haría las delicias de una grandísima parte de la crítica. Sus personajes se debatían entre su propia liberacíon personal y la imagen que por el contrario querían mostrar de ellos mismos. Una cinta que nos hablaba de la represión, de la soledad y el vacío de la conformidad, de la necesidad de escape ante una vida no deseada. La misma vida que podría ser bella si se enfocara desde una perspectiva diferente, tal y como bella resultaba una simple bolsa de plástico bailando al viento, porque a veces, en lo más sencillo, se encontraba la auténtica belleza.
"American Beauty" representó el primer papel protagonista para un secundario de lujo: Kevin Spacey. Un actor que ya nos había sorprendido anteriormente en títulos como "Seven" o "Sospechosos habituales" y que aquí se alzaría con uno de los cinco Oscar que conseguiría la cinta (el segundo de su carrera).

Recientemente Sam Mendes estrenaría "Revolutionary Road", una excelente película de temática similar a "American Beauty" que sirvió para confirmar algo: que nadie como él entendía mejor qué era aquello de la "falsa belleza"

Místico

viernes, 29 de mayo de 2009

Cuando el mal tenía rostro de niño

Otro de esos títulos de referencia dentro del cine de género. "La Profecía", el título de 1976 dirigido por Richard Donner, tomaba el relevo de "El exorcista" y conseguía dar un paso al frente respecto a la historia que William Friedkin nos contaba tres años atrás. Y es que aquí Damien (el niño protagonista) no estaba poseído por el diablo. Aquí Damien, simplemente, era el hijo del mismísimo Satanás: el anticristo llegado a la tierra que habría de marcar una nueva era. Un personaje que suponía la antítesis absoluta del mismísimo Jesucristo y que se materializaba en un niño de mirada fría que conseguía transmitirnos miedo, mucho pero que mucho miedo.

Una cinta que nos planteaba la dureza de una decisión: la de tener que acabar con la vida de un hijo al que se había amado como sólo unos padres eran capaces de hacerlo. Un metraje oscuro, con un mensaje absolutamente desesperanzador, que tenía momentos realmente brillantes. Sirvan de ejemplo las extrañas muertes de las que éramos testigos a lo largo de todo el metraje, así como la extraña relación que mantenían todas ellas con unas misteriosas e inquietantes fotografías.

Un título que suponía un buen espaldarazo en la carrera de un Gregory Peck en horas bajas y que contó con dos secuelas, así como con un inevitable remake. De éste último llamaba especialmente la atención la fecha elegida para su estreno. Una brillante campaña de marketing que haría que la cinta viese la luz el 6 de junio de hace ahora tres años, es decir, el 06-06-06. Imposible encontrar un día mejor para el estreno de esa película.

Místico

jueves, 28 de mayo de 2009

La cenicienta más musical

Apenas era un niño cuando vi esta película por primera vez y no miento al afirmar que quedé completamente fascinado por el encanto de aquellas canciones, de aquellos bailes y aquel vestuario que recreaban el musical de Jim Jacobs y Warren Caseyra de 1972. Y es que "Grease" ("Brillantina" en el momento de su estreno) resultaba una propuesta entretenida, vistosa y tremendamente mediática que revolucionaría en gran medida el panorama musical de aquellos últimos años de la década de los 70.

La propuesta era sencilla: la historia de una cenicienta sesentera en años de instituto plagada de actores treintañeros que simulaban salir de tiempos de pubertad. Una historia sin más pretensiones que la de llegar a una generación de potenciales espectadores pero que serviría a algunos de sus actores para ser recordados incluso en décadas posteriores. Olivia Newton-John (30 años) quedaría para siempre unida a este título, al igual que su amiga Stockard Channing (34), mientras que un John Travolta bastante más joven que ellas se consolidaba como chico de moda del momento justo un año después de su inolvidable "Fiebre del sábado noche".

Curioso resulta que una de sus canciones más recordadas ("You're the one that i want") a punto estuvo de quedar fuera del montaje final, dado el rechazo que por la misma sentía el director de la película, como también resulta curioso conocer que fue el mismísimo John Travolta el que tuvo que convencer a Olivia Newton-John para que aceptara finalmente ser su partenaire en el rodaje de esta película. Las malas experiencias que en el cine había tenido la actriz inglesa le habían hecho rechazarlo en una primera instancia. Lo de las malas experiencias no me sorprende. Y es que, ya sabemos cómo se trabaja en esto del cine...

Místico

miércoles, 27 de mayo de 2009

Una inquietante propuesta llegada de Oriente

Hace ya cinco años nos llegaba de la lejana Corea una extraña película que a mí personalmente me sorprendió. Se trataba de un trabajo del director Kim Ji-Woon que, pese a haber surgido en pleno éxtasis del cine de terror oriental, mantenía con sus hermanas llegadas de oriente una diferencia formal que sin duda la hacía diferente. Una trama ligeremente enrevesada que recreaba en cambio la mejor de las atmósferas posibles y que, apoyada por unas buenas interpretaciones, conseguía jugar con la psique del espectador de un modo muy diferente a lo que habían hecho hasta la fecha títulos como "The Ring" o "La Maldición".

"Dos hermanas" no estaba plagada de saltos de butaca. Aquí el terror estaba interiorizado en los propios personajes, en el oscuro pasado que envolvía a cada uno de ellos. Y es que lo realmente brillante de esta cinta era su atmósfera, recreada en la confusión de sentir un miedo diferente: aquel que sabíamos presente pero que no éramos capaces de comprender, la angustia de saber que ese miedo existía y no ser capaces de verlo.

Su espectacular giro argumental no sólo conseguía sorprender a los espectadores menos avispados, sino que a diferencia de otros títulos con final similar, servía para atar aquellos cabos que un guión tan complejo iba dejando a lo largo del metraje.

Cierto es que en determinados momentos la cinta divagaba en exceso, pero también lo es que ésta fue una de las pocas películas diferentes que se nos ofreció en unos años cargados de demasiadas propuestas de terror oriental.

Místico

martes, 26 de mayo de 2009

Absurdamente divertida

"Aterriza como puedas" es una de esas películas que, si no por la calidad de su propuesta, sí al menos por las repercusiones que en el cine de género tuvo, resulta merecedora absoluta de figurar en un blog como éste. Una película que podría considerarse pionera en esto de la comedia del absurdo y que revolucionaría este género allá por comienzos de la década de los 80.

Parodia del cine catastrofista de años anteriores (en especial de "Aeropuerto 75" y "Zero Hour!"), esta película consiguió hacernos reir de un modo absurdo pero inteligente, sin saturar del modo que posteriormente harían muchas de sus películas imitadoras. Una película en la que lo que sucedía en segundo plano era tan importante o más que lo que veíamos en el primero de ellos. Un guión con excelentes personajes y que supuso el descubrimiento de Leslie Nielsen, ligado ya para siempre a títulos como éste.

Otra de esas películas cuyo reconocimiento llegaría años después de su estreno, llegando a ser nombrada por el American Film Institute como la décima película más cómica de la historia.

Místico

lunes, 25 de mayo de 2009

Una película generacional

Hace pocos días, leyendo un artículo en el que se analizaba de un modo bastante acertado la oscarizada cinta de Fernando Trueba "Belle Époque" (imperdonable no recordar de quién), el autor de mencionado texto "de cuyo nombre no puedo acordarme" hablaba de esta cinta como un claro ejemplo de película generacional. Creo haber estado pocas veces tan de acuerdo con alguien como cuando aquel redactor de nombre olvidado afirmaba que "Belle Époque" representó a toda una generación de actores fundamentales en la década de los 90 (algunos de ellos aún imprescindibles). Un título coral que reunía los nombres de Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Jorge Sanz, Gabino Diego o "Miriam Díaz Aroca" secundados por unos veteranos de auténtico lujo, representantes de otra brillante generación: Fernando Fernán Gómez, Agustín González, Chus Lampreave, Mary Carmen Ramírez o María Galiana.

Una película fresca, amena y divertida de excelente dirección artística que algunos quisieron ver como el "Mujercitas" patrio. Un "Mujercitas" de bandera republicana que echaba la mirada atrás y recordaba, no sin cierta añoranza, el espíritu de una España que pudo ser bella pero que terminaría representando los años previos a una guerra dantesca.

Tan soberbios parecían sus actores (a excepción de una Miriam Díaz Aroca totalmente sobreactuada y un Jorge Sanz que a mí siguió sin convencerme) como ingenioso resultaba su guión. Unos actores que gracias a esta película pisaban por primera vez la alfombra roja de una ceremonia de los Oscar, ceremonia en la que la cinta resultaría premiada como la mejor del año en habla no inglesa. ¿Quién podía anticiparse entonces al significado que en pocos años tendría aquel escenario para Penélope Cruz? Difícil imaginar lo que el destino le tenía guardado a la actriz de Alcobendas. Supongo que en eso consiste el encanto de la vida...

Místico

viernes, 22 de mayo de 2009

Un título entrañable

Creo que la mejor manera de terminar la semana laboral es siempre con una sonrisa (como también deberíamos comenzarla pero eso siempre es más difícil). Por esta razón considero que la película con la que tendría que despedirme esta semana debería ser cuanto menos positiva. Haciendo un repaso rápido a algunos títulos que podrían ser aptos para este empeño, me viene de pronto uno a la cabeza.

Corría el año 1995 cuando se estrenó en todo el mundo "Babe, el cerdito valiente", un curioso título protagonizado casi en su totalidad por animales reales. Un cuento moderno, protagonizado por un pequeño cerdo de altas aspiraciones, que nos presentaba una bonita historia con cierta moraleja cuyo tremendo realismo le llevó a estar nominado al Oscar más importante del año. Aquí los animales hablaban, sentían, sufrían y mostraban una empatía y raciocinio mayor incluso que el de muchos humanos.

Inspirada en la "Rebelión en la granja" de George Orwell, para el rodaje de este título no sólo se usó la técnica del Audio-Animatronics (la cual conseguiría los espectaculares efectos visuales de los que disfrutamos en esta cinta), sino que también se hizo necesaria la utilización de 48 cerditos diferentes para dar vida a Babe, dado el rápido crecimiento que se producía en estos animales.

Un título tan familiar como una visita a Juguetilandia, absolutamente recomendable y apto para terminar la semana, para comenzarla o simplemente para pasar unas horas de buen entretenimiento sin renunciar a la calidad de la propuesta en cuestión.

Místico

jueves, 21 de mayo de 2009

El enfoque más humano del infierno de una guerra

No soy especialmente aficionado al cine bélico pero reconozco que a lo largo de la historia existieron títulos que engrandecieron esta forma de hacer cine. Fue el caso, en el año 1998, de "Salvar al soldado Ryan".

La obra de Steven Spielberg, ganadora de cinco Oscar de la Academia, nos recreaba los horrores de la Segunda Guerra Mundial pero esta vez desde el punto de vista de un grupo de hombres que, por encima de heroicidades y valentías varías se mostraban simplemente como eso: como un grupo de "hombres" inmersos en un infierno del que todos deseaban salir. Un carácter dramático, emotivo pero especialmente humano que conseguía que resultase sencillo identificarse con unos personajes principales capitaneados por un correctísimo Tom Hanks.

Especialmente duros pero absolutamente brillantes resultaron sus minutos iniciales, los cuales recreaban de un modo tremendamente realista aquel cinematográfico momento del desembarco de Normandía. Este espectacular arranque quizá sea lo mejor y más espectacular de todo el fim, pero también es de justicia reconocer que el dramatismo de una historia basada en un caso real acontecido durante la Segunda Guerra Mundial y el correcto tratamiento de toda la cinta a lo largo de sus casi tres horas de duración, conviertieron a "Salvar al Soldado Ryan" no sólo en merecedora de los cinco Oscar que ganó aquel año (entre ellos mejor director), sino en la también más que lógica ganadora de un premio a la mejor película que incomprensiblemente en esa ocasión iría a parar a manos de "Shakespeare in love".

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