lunes, 1 de junio de 2009

Falsa belleza

Existe una rosa conocida como "American Beauty" que se cultiva artificialmente con el único fin de mostrar una apariencia perfecta. Con esta misma filosofía Sam Mendes construyó en el año 1999 una obra ganadora del Oscar a la mejor película cuya finalidad se basaba en mostrarnos precisamente eso: la supuesta perfección de una familia americana de clase media cuya excepcionalidad tan sólo se mostraba en su simple apariencia.

Frustraciones, complejos, infidelidades, rechazo de la propia identidad sexual... Muchas cosas que quedaban ocultas bajo una apariencia de familia perfecta y todas ellas tratadas de un modo tan acertado que el resultado final haría las delicias de una grandísima parte de la crítica. Sus personajes se debatían entre su propia liberacíon personal y la imagen que por el contrario querían mostrar de ellos mismos. Una cinta que nos hablaba de la represión, de la soledad y el vacío de la conformidad, de la necesidad de escape ante una vida no deseada. La misma vida que podría ser bella si se enfocara desde una perspectiva diferente, tal y como bella resultaba una simple bolsa de plástico bailando al viento, porque a veces, en lo más sencillo, se encontraba la auténtica belleza.
"American Beauty" representó el primer papel protagonista para un secundario de lujo: Kevin Spacey. Un actor que ya nos había sorprendido anteriormente en títulos como "Seven" o "Sospechosos habituales" y que aquí se alzaría con uno de los cinco Oscar que conseguiría la cinta (el segundo de su carrera).

Recientemente Sam Mendes estrenaría "Revolutionary Road", una excelente película de temática similar a "American Beauty" que sirvió para confirmar algo: que nadie como él entendía mejor qué era aquello de la "falsa belleza"

Místico

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