
Curtis Hanson (director entre otras de "L.A. Confidential") construyó una buena narración, de excelente ritmo y gran trabajo actoral que, pese a su carácter previsible, convencía en todo aquello que narraba. Y es que Rebecca de Mornay llegaba a dar miedo de verdad. Bajo aquel rostro frágil y bello se escondía un mal tan creíble que sólo necesitaba de un plano (aquel en el que aparacía comiendo una manzana tras haber cometido su primer asesinato) para convencernos a todos de la intensidad de su odio. Gran trabajo también el de Annabella Sciorra y Julianne Moore así como el de un Ernie Hudson cuyo secundario papel brillaba a la misma altura que el de la propia De Mornay.
Un thriller al más propio estilo de los años 90 tremendamente recomendable que, pese a perder cierta fuerza en sus previsibles secuencias finales, conseguía transmitirnos altas dosis de tensión.
Místico
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