jueves, 18 de junio de 2009

Una rebeldía totalmente justificada

Lo que James Dean consiguió a mediados de los 50 para la gloria del séptimo arte ha sido algo hasta la fecha inigualable. Con sólo tres películas importantes en su carrera este actor americano consiguió convertirse no sólo en un mito para la historia del cine, sino también en todo un icono mediático que ha sabido mantenerse imperturbable a lo largo de cinco larguísimas décadas. Encontró la muerte a los 24 años en un fatal accidente de tráfico, pero dejó como principal legado tres películas absolutamente inolvidables: "Al este del Edén", "Gigante" y el título que posiblemente más le ayudó a encumbrarse como mito: "Rebelde sin causa".

Está claro que esta película no tendría el peso del que hoy hace gala si no hubiese sido protagonizada por Dean, como tampoco habría pasado a la historia del cine si el joven actor no hubiese encontrado la muerte a una edad tan prematura, pero el caso es que ambas cosas sucedieron y hoy "Rebelde sin causa" es casi una película de culto.

Una cinta que nos mostraba que la delincuencia y rebeldía entre los jóvenes no tenía que ir necesariamente ligada a las clases sociales más bajas, sino que en los niveles acomodados los grados de inconformismo entre los jóvenes americanos podían ser tan altos que la única solución factible se encontraba en las peleas con navajas, las carreras de coches frente a acantilados mortales o las pistolas de gatillo fácil.

Sin duda lo más interesante de toda la cinta radicaba en aquellos motivos (familiares todos) que hacían a estos jóvenes comportarse de aquella manera, indagar en las "causas" (porque sí que las había) de estos comportamientos, ya fuese un complejo de Electra, una homosexualidad encubierta unida a una tremenda falta de cariño o el miedo a heredar lo que en un padre tanto se rechazaba.

Místico

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