miércoles, 12 de agosto de 2009

Nunca un robo resultó tan erótico

Decir que "La trampa", la apuesta del director Jon Amiel ("Sommersby") por el cine de acción y el género de ladrones, fue una gran película sería sin duda exagerado. No por ello dejo de considerar que este título de 1999 supo cumplir con creces los objetivos para los que fue concebido: entretener durante casi dos horas de la mano de dos de los actores más deseados del cine de aquel momento: una "siempre bella" Catherine Zeta-Jones y un "más incombustible que nunca" Sean Connery.

Quizá la fuerza de esta cinta radicara en la tremenda química que destilaban sus protagonistas, unos actores que podrían tener todo en su contra para fracasar en esta empresa (más si tenemos en cuenta que eran casi cuarenta los años que separaban a ambos actores) pero que en este título supieron alcanzar cotas de complicidad y compenetración pocas veces vistos entre estrellas de este calibre.

La apuesta de Jon Amiel tenía un cierto gusto a antiguas películas propias del género, pero en esta ocasión con un ritmo y una estética mucho más propia de finales de siglo XX. Su guión, con tremendos giros argumentales y engaños continuos de efecto boomerang, su ritmo in crescendo, aquellas bellas imágenes rodadas en las "por aquel entonces" torres más altas del mundo (las torres Petronas de Kuala Lumpur), la famosa secuencia de alto voltaje erótico en la que la actriz galesa se movía sutilmente entre una maraña de rayos infrarrojos, así como un final que en nada desmerecía el desarrollo de toda la trama fueron otros de sus muchos puntos a favor.

En contraposición a esto podríamos hablar de la falta de credibilidad de algunas de sus secuencias, especialmente aquellas escenas de acción en la que una mujer de 30 años y un hombre de 70 parecían desafiar las leyes de la gravedad, pero considero ciertamente que "La trampa" no apostó en ningún momento por el realismo de la propuesta. Su objetivo era otro: el de entretener a un público que demandaba este tipo de cine y que supo entender que los ladrones no tenían por qué ser siempre los malos de una película.

Místico

2 comentarios:

  1. Y bien buena que está con el culito levantado. Cierto es que hacía movimientos insinuantes innecesarios, pero el resultado visual es muy agradable.

    ¡Bienvenido de vuelta!

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  2. ¿Y qué me dices de él, Gabriel? Con 70 años en esta película y muchos firmaríamos por tener parte de su físico.

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