
Quizá la fuerza de esta cinta radicara en la tremenda química que destilaban sus protagonistas, unos actores que podrían tener todo en su contra para fracasar en esta empresa (más si tenemos en cuenta que eran casi cuarenta los años que separaban a ambos actores) pero que en este título supieron alcanzar cotas de complicidad y compenetración pocas veces vistos entre estrellas de este calibre.
La apuesta de Jon Amiel tenía un cierto gusto a antiguas películas propias del género, pero en esta ocasión con un ritmo y una estética mucho más propia de finales de siglo XX. Su guión, con tremendos giros argumentales y engaños continuos de efecto boomeran

En contraposición a esto podríamos hablar de la falta de credibilidad de algunas de sus secuencias, especialmente aquellas escenas de acción en la que una mujer de 30 años y un hombre de 70 parecían desafiar las leyes de la gravedad, pero considero ciertamente que "La trampa" no apostó en ningún momento por el realismo de la propuesta. Su objetivo era otro: el de entretener a un público que demandaba este tipo de cine y que supo entender que los ladrones no tenían por qué ser siempre los malos de una película.
Místico
Y bien buena que está con el culito levantado. Cierto es que hacía movimientos insinuantes innecesarios, pero el resultado visual es muy agradable.
ResponderEliminar¡Bienvenido de vuelta!
¿Y qué me dices de él, Gabriel? Con 70 años en esta película y muchos firmaríamos por tener parte de su físico.
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