
Sharon Stone encontró en "Instinto Básico" el trampolín perfecto para alzarse como icono erótico de la década de los 90, tras unos comienzos bastante mediocres (¿Es necesario hablar de "Sangre y Arena"?) y Michael Douglas demostraba que a sus 48 añós aún podía encarnar un personaje de alta carga sexual y seguir resultando convincente (su famosa adición también le tuvo que ayudar a ello).

Un excelente clima de intriga el que se conseguía a lo largo de toda la cinta y un personaje (el de la novelista Catherine Tramell) tan misteriosamente frío (inspirado hasta en su vestuario en la Kim Novak de "Vértigo") que supo ganarse su hueco en la historia.
La famosa escena del interrogatorio (con cruce de piernas incluido) ha sido explotado ya hasta la saciedad, del mismo modo que su final abierto levanta aún hoy debates entre los cinéfilos más inquietos. Y es que lo que está claro es que "Instinto básico", sin llegar a ser una obra maestra, fue algo más que una película polémica.
Místico
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