viernes, 20 de febrero de 2009

El intento fallido de una vuelta al pasado

"Gladiator" fue una de esas películas que intentó resucitar un género muerto. Fue una brillante apuesta de Ridley Scott por devolver a las películas de romanos la fuerza que otrora tenían, pero lamentablemente, pese a que el resultado de la cinta resultó brillante, el objetivo no fue conseguido. Creo que en esto de los géneros, como en todo, el éxito de uno u otro depende de las épocas y de los momentos. Años atrás este tipo de películas cobraban todo su sentido, cuando una gran parte de nuestra sociedad era extremadamente cristiana y se identificaba de lleno con aquellos mártires que tenían que verse devorados por la fiereza de un león. En el siglo XXI, en cambio (pese al renacer de las películas épicas gracias en gran parte a la trilogía de "El Señor de los Anillos"), romanos, emperadores y cristianos se habían vuelto a llenar de polvo.

Y que conste que "Gladiator" es una excelente película (o al menos a mí me lo parece), que su historia (pese a permitirse muchas licencias con repecto a los personajes reales en los que se basaba) es de ésas que enganchan, que sus actores están espléndidos y que su ambientación (pese a que en determinados momentos de la cinta podamos ver algún que otro pantalón vaquero o incluso un carro de "Pepsi") se me antoja tremendamente lograda.

"Gladiator" fue una cinta emotiva, interesante, con tremenda fuerza... un título, en otras palabras, muy bien hecho. Contar con Ridley Scott tras la cámara tuvo que ser esencial para ese resultado final, del mismo modo que las soberbias interpretaciones de Russell Crowe y Joaquin Phoenix (pocas veces tan brillantes como aquí) ayudaron a dar fuerza y convicción a una historia que a muchos nos dejó con un incómodo nudo en la garganta durante los créditos finales.

Otra título merecedor del Oscar a la mejor película.

Místico

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