
Y es que cuando en el año 2000 el actor Achero Mañas presentaba al mundo esta película y un jovencísimo Juan José Ballesta se daba a conocer como protagonista de la misma, difícil era comprender la trascendencia que tendría entonces aquel título. Sólo cuando la cinta se alzó como ganadora al año siguiente de los Goya más importantes del año, algunos optamos por verla por primera vez y fue entonces cuando comprendimos el por qué de todos esos premios.
Un película dura, muy muy dura, que mostraba una realidad no ya desde los hechos en sí, sino desde los sentimientos que los mismos generaban. Unos sentimientos enfrentados y varias realidades contrapuestas las que nos presentaba aquí un Achero Mañas que utilizaba a dos familias no sólo distintas en las apariencias, sino especialmente en cada uno de sus valores. Soberbio Juan José Ballesta y el resto de actores, así como sobrecogedora su secuencia final. Pocas veces se han rodado escenas con tanta carga de realismo... un realismo ciertamente indignante porque ojalá nunca tuviesen que rodarse películas como ésta.
Místico
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