martes, 19 de mayo de 2009

Una mirada inocente entre cientos de hombres sin alma

La verdad es que me resulta difícil valorar esta película. Podría empezar diciendo que nunca leí el libro en el que está basada, por lo que no fui uno de los muchos que se decepcionaron ante la adaptación cinematográfica de esa obra literaria que tanto les había gustado. Quizá sea por esta razón por la que mi valoración sea positiva, pero es que a mí la película me gustó. Cierto es que no me emocionó tanto como en un principio había pensado (el que escribe es de lágrima fácil ante historias como ésta), por lo que deduzco no se explotó (quizá de forma deliberada) esa vertiente tan dramática que cualquier historia del Holocausto atesora. Pero es que, en mi opinión, "El niño con el pijama de rayas" no intentaba mostrarnos el horror de una guerra sobradamente conocida por todos. El intento era más bien otro: el de mostrarnos la inocencia en los ojos de un niño ante la barbarie que se gestaba a su alrededor. Y es que me gusta pensar que, como decía Jean-Jacques Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza. Creo que esta película intentaba mostrarnos simplemente eso.

Un análisis del metraje más "puntilloso" podría arruinar partes del mismo, como su falta de credibilidad en algunas secuencias y situaciones (vease la facilidad con la que un niño de ocho años atraviesa la valla de un campo de concentración con tan sólo una pala), pero no quiero pensar en ello. Prefiero quedarme con la profundidad del personaje principal, con la mirada del niño vestido a rayas o con esas metáforas tan acertadas como aquel montón de muñecas desechadas en el trastero, apiladas del mismo modo caótico que, a pocos metros de allí, se amontonan cientos de cadáveres... Y prefiero pensar así porque, como dije antes, esta película me hizo sentir. Quizá sea porque no leí el libro...

Místico

No hay comentarios:

Publicar un comentario