
La obra de Howard Hawks, que suponía el reencuentro de Cary Grant con la comedia más extrema tras "Arsénico por compasión" o "La novia era él", nos presentaba en este metraje a una "secundaria" Marilyn Monroe en la única cinta que compartirían ambas estrellas a lo largo de sus carreras. Geniales ambos mitos como genial también resultaba una Ginger Rogers (esta vez sin Fred Astaire) que contribuía con su nombre a un reparto de auténtico lujo, complice absoluto de cada una de las carcajadas que habría de despertarnos.
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Místico
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