miércoles, 20 de mayo de 2009

Caminando sobre baldosas amarillas

"El mago de Oz" es otra de esas películas que terminaron saltando de los terrenos más púramente cinematográficos a aquellos más propios de la cultura popular del siglo XX. Una película plagada de incidentes y leyendas que inmortalizaría para siempre el mito de Judy Garland (17 años en este film) y que terminaría convirtiéndose en todo un icono para los colectivos gays de gran parte del planeta.

Un producción de 1939 dirigida por Victor Fleming (aquel año también responsable de "Lo que el viento se llevó") que empleaba la innovadora técnica del Technicolor para inundar de bellos tonos un título que no se habría entendido igual en blanco y negro.

El simbolismo que presentaban algunos de los personajes es aún hoy motivo de debate entre los más incondicionales a la cinta, así como para el resto se alzaba cuanto menos como otro de esos metrajes que conseguían, por encima de polémicas, hacernos sentir bien. Todo un cuento musical plagado de brujas y magos, más teatral que cinematográfico, que nos dejó un "Over the Rainbow" para el recuerdo y un buen número de elementos y personajes que son ya sin duda parte de la historia del cine: baldosas amarillas, zapatos rojos, hombres de hojalata, leones cobardes, espantapájaros sin cerebro... ¿Son necesarias las presentaciones?

Místico

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