
Una cinta que nos planteaba la dureza de una decisión: la de tener que acabar con la vida de un hijo al que se había amado como sólo unos padres eran capaces de hacerlo. Un metraje oscuro, con un mensaje absolutamente desesperanzador, que tenía momentos realmente brillantes. Sirvan de ejemplo las extrañas muertes de las que éramos testigos a lo largo de todo el metraje, así como la extraña relación que mantenían todas ellas con unas misteriosas e inquietantes fotografías.
Un título que suponía un buen espaldarazo en la carrera de un Gregory Peck en horas bajas y que contó con dos secuelas, así como con un inevitable remake. De éste último llamaba especialmente la atención la fecha elegida para su estreno. Una brillante campaña de marketing que haría que la cinta viese la luz el 6 de junio de hace ahora tres años, es decir, el 06-06-06. Imposible encontrar un día mejor para el estreno de esa película.
Místico