
"Chicago", la película de Rob Marshall ganadora del Oscar en 2002, es un buen ejemplo de esto último. Un musical "necesario" cuya entretenida trama continúa en cada uno de sus números musicales. Un buen ritmo para una buena película que supuso el espaldarazo definitivo para Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones (a esta última de hecho le valió el Oscar) y el relanzamiento de un Richard Gere que llevaba ciertamente anquilosado desde su inolvidable "Pretty Woman".
La cinta, que se hizo con seis de los 13 Oscar a los que aspiraba (entre ellos el de mejor película) ironizaba sobre la frivolidad de la fama y de los medios de comunicación, de una fama a la que resultaba muy sencillo llegar (tan sencillo como matando a un hombre) y de unos medios sensacionalistas que olvidaban a sus estrellas con la misma rapidez que las encumbraban, conviertiéndolas de este modo en verdaderas víctimas de su propia soberbia y ambición. Un musical con ciertos toques de humor negro totalmente recomendable incluso para aquellos no demasiado acostumbrados a este género.
Místico
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