martes, 27 de enero de 2009

Un planteamiento sobrecogedor

La película de la que hablo hoy es cuanto menos una película extraña... de ésas que cuando terminas su visionado no te queda muy claro cuál era el objetivo que con ella se marcó su director, pero que a ti te ha despertado un sinfín de sensaciones distintas. Irónicamente esta película la vi siendo un niño y no sólo me impactó en aquel momento sino que siendo adulto la vi de nuevo y me impactó si cabe aún mucho más.

Para no llevarnos a confusión, adelantaré que la película de la que hablo hoy no es en sí una buena película, al menos no es una de esas obras que hacen avanzar el arte del cine o cambian el rumbo en el modo de concebir la narración de las historias. No es tampoco uno de esos títulos que pasan a la historia del séptimo arte por su original estructura o por la soberbia actuación de algunos de sus actores. Aquí no sucede nada de eso, nada en absoluto, aquí solo hay una película diferente, una película titulada "¿Quién puede matar a un niño?" que sin duda posee algo que la hace especial...

Posiblemente la fuerza de la cinta radica en el tema que trata, pero a diferencia de otros títulos similares a éste, como "Los chicos del maiz" o "El pueblo de los malditos", aquí no hay ninguna razón aparente por lo que sucede lo que en ella vemos, aquí no hay sectas ni entidades alienígenas que justifiquen la actitud de los infantes, aquí lo único que hay es maldad en estado puro. Y es posible que sea eso lo que más asusta, lo que más inquieta, porque cuando el mal no está justificado, cuando simplemente se manifiesta como parte intrínseca y necesaria de todo ser humano, entonces asusta de verdad. Si encima, como sucede en este caso, dicha entidad va unida a una etapa de la vida que todos tendemos a asociar con la más absoluta de las inocencias (por mucho que algunas noticias actuales se empeñen en demostrarnos lo contrario), entonces los estremecimientos son aún mayores.

Una película de 1976, dirigida por un talentoso Narciso Ibáñez Serrador, que ha pasado ya a la historia del más oscuro cine español.

Místico

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