
Esta obra de John Ford, basada en el libro de John Steinbeck y protagonizada por un inconmensurable Henry Fonda no sólo emociona sino que, además, convierte al espectador en partícipe de una "Gran Depresión" nunca mejor plasmada en la gran pantalla. Los ambientes, la puesta en escena, sus magistrales interpretaciones y el excelente trabajo de Ford en la dirección, cuestionan una vez más la justicia de unos premios llamados Oscar, que en aquel lejano 1940 tan sólo premiaron a este título con dos de sus galardones (eso sí, merecidísimos tanto para su director como para una soberbia Jane Darwell).
Desde aquí, una vez más, mi apuesta por un título CLÁSICO. Y esta vez el término va en mayúsculas, porque éste es uno de esos títulos que, por mucho que avance el cine, jamás debería ser borrado de la historia del séptimo arte.
Místico
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