lunes, 19 de enero de 2009

El título que hizo a Cary Grant perder la compostura

¡Cuánto tendrían que aprender las comedias de hoy día de este clásico de Frank Capra! Un título que nos dejaba claro que nada mejor que un buen guión para encender una amplia sonrisa y que nos enseñaba también que, si se ponía en las manos adecuadas, Cary Grant podía perder la compostura y resultar incluso divertido (aunque durante muchos años se empeñase en demostrarnos todo lo contrario). Dicen que pocas veces el actor inglés se sintió tan incómodo en un rodaje. Y es que en "Arsénico por compasión", Capra apenas le dio tregua. Acostumbrado a "mantener el tipo" en todos y cada uno de los planos, aquí a su personaje se le pedía justo lo contrario. Nunca hasta la fecha se había visto al mítico actor gesticular de aquel modo, perdiendo esa compostura que tanto le había caracterizado. Todo un logro para Capra, anotándose aquel tanto que quedaría grabado para siempre en la historia del séptimo arte.

Una historia con mucho humor negro que nos presentaba a dos adorables abuelitas (magistrales Josephine Hull y Jean Adair) que escondían un pequeño secreto, el mismo que no tardaría en descubrir su recién casado sobrino, dando con ello lugar a un sinfín de divertidas y esperpénticas situaciones, a cual de ellas más divertida.

Una puesta en escena tan "teatral" que no tardaría en tener su version en las salas de teatro y una muestra más (y en este blog desde luego ya es todo un clásico) de hasta donde podía llegar el talento de Frank Capra.

Místico

No hay comentarios:

Publicar un comentario