miércoles, 28 de enero de 2009

Imposible borrar del recuerdo


Una película icónica donde las haya. La más famosa de sus escenas ha pasado ya por méritos propios a la historia de un cine en mayúsculas. Y es que resulta casi imposible no pensar en ella (al menos en algún momento de nuestra vida) al descorrer de forma brusca la cortina de cualquier ducha. Lo mismo se podría decir de aquel caserón, aquella tétrica casa que es hoy día, casi 50 años después de ser presentada al gran público, todo un icono para el cine de de terror.

Pero quizá lo más curioso de este título, al menos lo que a mí más me llama la atención, sea que hablar de "Psicosis" es hablar de dos peliculas en una. La genialidad de Alfred Hitchcock le hizo una vez más adelantarse a su tiempo y construyó (no sé si de forma del todo consciente) una película cuya estructura hasta aquel momento era de lo menos habitual. Un título compuesto de dos partes bien diferenciadas que compondrían dos géneros muy pero que muy distintos.

El comienzo de la cinta nos presentaba a una bella ladrona, encarnada por Janet Leigh, que emprendía una larga huida con el dinero que acababa de robar de su empresa y que esperaba solucionara los graves problemas económicos por los que estaba en ese momento atravesando. No hablamos de la presentación de un personaje, hablamos casi de todo el desarrollo completo de una historia que, en muchos aspectos, resulta casi independiente de su continuación. A mediado del metraje, Marion (el personaje que encarna Leigh) para en un viejo motel a descansar y ahí comienza una nueva película. Ahí comienza la tétrica "Psicosis", ahí aparece Norman Bates con su terrorífica ambigüedad, ahí aparace, por primera vez en la cinta, aquel viejo caserón que tanto miedo nos causó. Otras películas posteriores jugaron con aquella dualidad estructural, como "Abierto hasta el amanecer" o incluso "La vida es bella", pero Hitchcock, una vez más, se adelantó a todos ellos.

El miedo llevado al terreno más psicológico, al más absoluto fetichismo en manos de un absoluto genio. El miedo encarnado en un Anthony Perkins que jamás logró desprenderse de este papel. Una película para la historia que resulta imposible borrar del recuerdo.

Místico

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