viernes, 9 de enero de 2009

Imprescindible en cualquier época del año

Muchos podrán creer que ya se ha pasado la fecha para hablar de esta película, más que nada porque es "el título" por excelencia asociado a la Navidad. Sin embargo, creo firmemente que el genio de Capra está por encima de temporalidades.

La historia, conocida por todos, nos presenta a un James Stewart más emotivo que nunca que, tras un intento fallido de suicidio, tiene la oportunidad de comprobar qué hubiese sido de la vida de aquellos que le rodean si él, cómo ansía en ese momento, nunca hubiese nacido.

Quizá lo que más llama la atención de este título sea su guión, un guión que ha pasado a la historia por su carácter emotivo pero que, sin embargo, a mi me pareció absolutamente adelantado a su tiempo. Tengamos en cuenta que estamos hablando de un título de 1946, donde el clasicismo en el desarrollo de las historias y en la linealidad temporal eran asignaturas más que obligadas. Frank Capra, sin embargo, nos presentaba aquí una historia plagada de flashbacks, flashforwards y linealidades alternativas que se harían muy populares pasados muchos pero que muchos años, pero que en aquellos tiempos aún no gozaban de ninguna popularidad.

Un título clasico (linealidades temporales aparte "¡Qué bello es vivir!" es una película muy pero que muy clásica) que ha sabido llegar incluso a los que no gustan de este tipo de cine. ¡Enhorabuena, Capra!... una vez más.

Místico

No hay comentarios:

Publicar un comentario