
La idea original era de lo más arriesgada, original e innovadora. Una idea que podía funcionar desde el primer momento o no encajar para nada con el público al que iba destinada. Tengamos en cuenta que hablamos de un título de 1998 y el fenómeno "Reality Show" no llegaría a España, por ejemplo, hasta bien entrado el año 2000. Y es que "El show de Truman" hablaba de algo que aquí podíamos no entender del todo. ¿Qué sentido tenía llenar una casa de cámaras? ¿A quién le podía interesar tanto la vida de alguien al que ni siquiera conocía? Pero vaya si lo entendimos...
"El show de Truman" fue una película adelantada a su tiempo, totalmente profética. Y es que si algo hace que este título aún mantenga su fuerza, quizá sea el hecho de que cada vez veamos menos improbable que algún día llegue a existir un Truman de verdad. La película de Carrey, por lo tanto, se alzaba como una crítica no sólo a los medios de comunicación

La elección del actor principal, por otra parte, no podía ser más atrevida. Jim Carrey hasta ese momento sólo era conocido por sus desquiciantes comedias, por lo que interpretar a Truman, un personaje con tanta carga dramática detrás, suponía todo un reto para él.
El resultado final una vez más me sorprendió, dejándome, por qué no decirlo, también cierta inquietud. Otras películas (como la muy reciente en aquel momento "Abre los ojos") me habían hecho replantearme de nuevo el mito de la caverna de Platón, pero ninguna lo había hecho del modo que lo había hecho ésta, conviertiendo a aquellos que me rodeaban en activos partícipes del engaño.
Místico
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