
Muchos fueron los aciertos que tuvo este título frente a un solo patinazo. El primero de ellos: sus dos actrices principales. Una siempre grandiosa Victoria Abril y una sorprendente Maribel Verdú que se comieron plano a plano al mayor error de esta cinta, un error que en este caso tenía nombre propio: Jorge Sanz. La elección del actor protagonista no pudo ser más equivocada, más aún si tenemos en cuenta la calidad de sus compañeras de reparto: una Victoria y una Maribel simplemente soberbias.

Otro de los aciertos fue sin duda su guión. Un guión duro, que en su momento fue duramente


Conmovedora como pocas, sobrecogedora hasta el extremo, más si tenemos en cuenta que se basaba en una historia real. Aquella última secuencia frente a la Catedral de Burgos, con esa nieve absolutamente improvisada (no estaba prevista la nieve en aquel día de rodaje) quedaron grabadas a fuego tanto en mi memoria como en la historia del cine español.
¡Bravo, Aranda!
Místico
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