miércoles, 17 de diciembre de 2008

"¿Qué regalarías a un hombre que lo tiene todo?"

Dos años antes, David Fincher había sorprendido a propios y extraños con un título que marcaría para siempre toda su trayectoria: "Seven". Ahora, en 1997, presentaba el que era su nuevo proyecto. Esta vez con Michael Douglas de protagonista y tocando un género que, pese a ser similar al del último de sus títulos, no podía ser más diferente. Su nombre: "The game".

Estaba claro que ésta era una película destinada a triunfar en la taquilla de todo el mundo. El primer motivo, por estar aún tan reciente el impacto de "Seven", pero también de un modo claro por contar con una gran estrella en su reparto, así como por corresponderse con uno de los géneros favoritos del público (mucho más patente aún en aquellos años).

El nuevo trabajo del director no nos dejó del todo insatisfechos. Sin alcanzar las cotas de magistralidad de su anterior trabajo, Fincher nos volvía a demostrar una vez más que sabía cómo crear tensión en un metraje, manteniendo la atención del espectador ante todo lo que sucedia en la pantalla. Quizá falló Douglas (el que escribe no le tiene en gran estima). Cualquier otro actor, aunque no hubiese sido tan conocido, habría aportado más convencimiento a una historia ya interesante de por sí, aunque sí reconozco que la química con su compañera de reparto resultaba innegable.

Sus giros argumentales y un Sean Penn una vez más impecable consiguieron que esta atractiva historia cobrase el peso necesario para que, once años después de su estreno, se siga recordando (al menos para mí) como uno de los mejores trabajos de Fincher.

Místico

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