viernes, 5 de diciembre de 2008

Cuando sobran las palabras

Fue una película sin duda polémica, especialmente para la Academia. Y no porque tratase el tema de la homosexualidad de un modo bastante explícito (Hollywood estaba ya "aburrido" de producir y financiar este tipo de films), sino porque por primera vez esto se hacia dentro del género "yanqui" por excelencia: el western. ¡Y ahí si que no! Que existan gays estereotipados en comedias románticas o gays terminales enfermos de SIDA en grandes dramas... eso sí, pero gays dentro del mundo rudo de los vaqueros y, encima (para colmo), tan "normales" como cualquier protagonista de las películas que otrora se rodaban en Almería, ¡eso sí que no! ¡Hasta ahí podíamos llegar! Y si hay que quitarle el Oscar a última hora en beneficio de una simplemente correcta "Crash", pues se le quita y punto... ¡Faltaría más!

La ironía de todo esto es que "Brokeback Mountain" ni siquiera era una película del oeste. Su estética así lo indicaba, pero Ennis y Jack eran simples "pastores" que se dedicaban a cuidar ovejas y que en ningún momento enfundaron un arma. Pero, qué narices, y aunque lo hubiesen sido... Una verdadera pena, porque todas estas polémicas sólo sirvieron para ensuciar y enturbiar una de las más bellas historias de amor rodada en los últimos años. Y eso es lo que nunca deberíamos olvidar los amantes del buen cine. Sólo con eso deberíamos quedarnos para hacer justicia a este título.

Basada en un relato corto de Annie Proulx, siempre recordaré "Brokeback Mountain" como la película de los silencios. Pocas veces los mismos han dicho tanto en un misma cinta. Tan importante lo que se dice como lo que se calla. Silencios que se mantienen porque sobra con las miradas, porque no existen palabras que expresen mejor algunos sentimientos, las miradas cruzadas entre un Heath Ledger simplemente soberbio y un Jake Gyllenhaal que supo estar a su altura.

Y también recordaré su banda sonora, aquella música tan sencilla pero con tanto poder desgarrador que le valió a Gustavo Santaolalla para ganar un Oscar. Una banda sonora que ya debería formar parte de la historia del cine.

El mayor de mis homenajes para este título, uno de los pocos en los últimos años que me ha hecho replantear que en Hollywood aún se pueden hacer buenas películas. ¿Será porque su director es taiwanés?...

Místico

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