jueves, 27 de noviembre de 2008

Sólo valorable desde lo más profundo del corazón

Cierto es que Lars Von Trier no llega a todo el mundo, como también lo es que los coqueteos que esta película hizo con el movimiento "dogma" (tan de moda hace unos años en el cine experimental) pudieron resultar incómodos para la gran mayoría. Todo esto es cierto y, en ciertos títulos, esto sería motivo suficiente para ahuyentar a un importante número de potenciales espectadores. En otros títulos, porque desde luego no en éste.

"Bailar en la oscuridad" es sentimiento en estado puro. Una película que sólo puede ser valorada desde el corazón, desde los instintos más viscerales y primarios que atesora un ser humano. "Bailar en la oscuridad" no es una película: es una música, es una caricia, es un susurro en la voz de una mística y siempre sorprendente Björk. Es, en definitiva, la lágrima que recorre una mejilla al final de su brillante metraje.

Místico

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